El Conde de Saint Germain

Conde de St. Germain, de Nicolas Thomas, hecha en 1783

El conde de Saint Germain fue un aristócrata europeo del siglo XVIII de origen desconocido. No tenía medios visibles de subsistencia, pero sí recursos, y se movía en círculos sociales elevados. Era un conversador reconocido y un músico hábil. Dejó entrever que tenía siglos de edad y que podía cultivar diamantes. Era ambidiestro y, hasta donde se sabía, totalmente célibe. Trabajó como diplomático clandestino entre Inglaterra y Francia y puede que haya desempeñado algún papel en la masonería. Se codeó con María Antonieta, Catalina la Grande, Voltaire, Rousseau, Mesmer y Casanova. Incursionó en la tecnología de materiales y textiles, así como en la alquimia. Su nacimiento y sus antecedentes son oscuros, pero hacia el final de su vida reveló que era hijo del príncipe Francisco Rákóczy de Transilvania.

Fue uno de los Maestros de Sabiduría, también conocido como "El Maestro, el Príncipe". Se le asocia con el séptimo rayo y la magia ceremonial. Entre las encarnaciones humanas que se le atribuyen se encuentran San Albano (siglo III d. C.), Proclo (filósofo neoplatónico, 410-85 d. C.), Roger Bacon (1220-92), Christian Rosenkreutz (1378-1484), Hunyadi Janos (1387-1456), Roberto el monje (siglo XVI) y Francis Bacon (1561-1626).

Primeros años

Gian Gastone de joven, según Niccolo Cassana Gian Gastone de joven, según Niccolo Cassana

El conde de St. Germain probablemente nació como Leopold Georg Rákóczi, primer hijo del príncipe de Transilvania Francisco II Rákóczi y la princesa alemana Amalia Carlota de Hesse-Rheinfels en el castillo de Sárospatak (o en el castillo de Topoľčianky). Francisco II Rákóczi luchó por la independencia de los Habsburgo, que oprimían duramente al país, y planeó un levantamiento. Preocupado por la seguridad de su hijo primogénito, en 1700 se emitió un certificado de defunción falso para el niño de cuatro años. De manera indirecta, fue llevado a Florencia con Gian Gastone de' Medici, el último Gran Duque de Toscana de la Casa de Medici, donde fue educado junto con el Infante Carlos de España. Antes de asistir a la escuela principesca en Siena, Leopoldo Jorge fue confirmado, tomando el nombre de San Germano (en italiano, Santo Hermano), que, sin embargo, fue cambiado a Saint-Germain por sugerencia de Gian de Medici en honor al antiguo Château Saint Germain-en-Laye cerca de París. En Siena, un orfebre le enseñó los secretos de la alquimia y la sabiduría hermética. En 1715, el joven conde abandonó en secreto el internado de Siena y emprendió un extenso viaje que lo llevó primero a América Central, donde estudió la cultura de los mayas y los aztecas. De allí pasó a Lisboa y luego a Turquía, Persia y Malta. Que también había viajado a África, la India y China se desprende de diversas pistas que dio, y también de hechos relatados por muchos escritores en diferentes épocas.

El cortejo a la sociedad europea

El primer rastro histórico del conde de St. Germain parece ser una carta escrita el 22 de noviembre de 1735 en La Haya, República Holandesa, firmada con «P.M. de Saint-Germain». Está dirigida al médico y coleccionista irlandés Sir Hans Sloane y ofrece conseguirle una copia impresa del Catholicon (un diccionario enciclopédico de latín). Un francés llamado Morin, que era entonces embajador en La Haya, dijo que había conocido a St. Germain allí en 1735, y que cuando lo volvió a encontrar en Francia a finales de la década de 1750, se sorprendió al descubrir que Saint-Germain no parecía haber envejecido ni un año. El conde de St. Germain se hizo famoso en la alta sociedad de Europa en 1742. Acababa de pasar cinco años en la corte del Sha de Persia, donde había aprendido el oficio de joyero. Impresionó a la realeza y a los ricos con su vasto conocimiento de la ciencia y la historia, su habilidad musical, su encanto natural y su ingenio rápido. Hablaba muchos idiomas con fluidez, incluidos francés, alemán, holandés, español, portugués, ruso e inglés, y además estaba familiarizado con el chino, el latín, el árabe, incluso el griego antiguo y el sánscrito. Su encantadora personalidad lo convirtió en un huésped bienvenido en las casas de la nobleza de todos los países. Pero, aunque a menudo se sentaba a la mesa con sus amigos, su propia comida era preparada especialmente para él en sus propios apartamentos. No comía carne ni bebía vino, su bebida favorita era un té que preparaba con ciertas hierbas y que ofrecía con frecuencia a sus amigos. Su extraordinaria popularidad se debía a su destreza como narrador, a su conocida intimidad con los hombres y mujeres más importantes de la época, a su familiaridad con los temas ocultos y, especialmente, al misterio de su nacimiento y nacionalidad, que se negaba constantemente a revelar.

Retrato de Madame de Pompadour realizado por Francois Boucher, 1756

Se ha descrito al conde de Saint Germain como de mediana estatura, bien proporcionado y de rasgos regulares y agradables. Vestía con sencillez, normalmente de negro, pero sus ropas le quedaban bien y eran de la mejor calidad. Sus ojos ejercían una gran fascinación y quienes los miraban quedaban profundamente influidos. Según Madame de Pompadour, la amante oficial del rey Luis XV, afirmaba poseer el secreto de la eterna juventud, y en cierta ocasión afirmó haber conocido personalmente a Cleopatra, y en otra ocasión haber "¡charlado familiarmente con la reina de Saba!".

Inglaterra y la música

El conde aparece en Inglaterra en 1745 y contribuyó con algunas de las piezas de L'incostanza delusa, una ópera representada en el Teatro Haymarket de Londres. Más tarde, en una carta de diciembre de ese mismo año, Horace Walpole, un joven político Whig, menciona que el conde de St. Germain fue arrestado en Londres bajo sospecha de espionaje durante la rebelión jacobita de 1745, pero liberado sin cargos:

Cualquiera que sea el propósito principal de la estancia de Saint-Germain en Inglaterra, causó una gran impresión como músico. Después de 1745, el paradero preciso de Saint-Germain y las actividades durante los siguientes 12 años son inciertas. Sus propias declaraciones indican que probablemente estaba desarrollando varias técnicas de fabricación en Alemania, principalmente en el área del teñido. En 1755 participó en la promoción de una máquina inventada por un francés para limpiar y profundizar puertos, estuarios y vías fluviales, e hizo un viaje a La Haya a fines de 1755 o principios de 1756.

La corte francesa

El conde de St. Germain entró en Francia durante el verano o principios del otoño de 1757. En ese momento, Francia estaba gobernada por Luis XV. Luis, que había gozado de una reputación favorable al comienzo de su reinado en 1715, pero se volvió extremadamente impopular debido a la extravagancia de su corte y sus políticas financieras desacertadas. No estaba interesado en la política y estaba en gran medida influenciado por su amante principal, Madame de Pompadour, y sus decisiones dañaron el poder de Francia. El conde escribió una carta al rey, ofreciendo donar dinero y pidiendo usar una residencia real de forma gratuita. También sintió que su teñido y otras técnicas podrían ayudar a aumentar la riqueza nacional. Se le concedió en mayo de 1758 el uso de varias suites en el castillo de Chambord En 1760, Luis envió al conde de St. Germain en una delicada misión diplomática a La Haya y Londres. Según los registros locales, el conde murió en el castillo del príncipe Carlos de Hesse-Cassel en Eckenförde el 27 de febrero de 1784. Pero no hay detalles de las últimas horas del misterioso conde. Según H. P. Blavatsky, es absurdo suponer que realmente murió en el momento y lugar mencionados sin haber sido enterrado sin la pompa y ceremonia, la supervisión oficial, el registro policial que acompañan a los funerales de hombres de su rango y notoriedad.

Retrato de Marie Antoinette, 1775

Sin embargo, se le siguió viendo después. Este hecho se pone de manifiesto en los Souvenirs de Marie-Antoinette, escritos por una de sus damas de compañía, la condesa d'Adhémar. Este diario se inició en 1760 y terminó en 1821, un año antes de la muerte de la condesa, y gran parte del mismo trata de los esfuerzos de Saint Germain por evitar los horrores de la Revolución Francesa. Un domingo por la mañana temprano en 1788, la condesa recibió por sorpresa la visita del conde de Saint Germain, a quien no había visto en varios años. Le advirtió de que se estaba tramando una gigantesca conspiración en la que los enciclopedistas utilizarían al duque de Chartres en un esfuerzo por derrocar a la monarquía y le pidió que lo llevara ante la reina. Cuando Madame d'Adhémar informó de la conversación a María Antonieta, la Reina confesó que también había recibido otra comunicación de este misterioso desconocido que la había protegido con advertencias desde el día de su llegada a Francia. Al día siguiente, Saint Germain fue admitido en los aposentos privados de la Reina. "Señora", le dijo, "durante veinte años mantuve una relación íntima con el difunto Rey, quien se dignó escucharme con amabilidad. Se valió de mis pobres habilidades en varias ocasiones y no creo que se arrepintiera de haberme dado su confianza". Después de advertirle sobre la grave situación de Francia, le pidió que comunicara su mensaje al Rey y le pidiera que no consultara con Maurepas. Pero el Rey ignoró la advertencia y fue directamente a Maurepas, quien inmediatamente llamó a Madame d'Adhémar. En medio de la conversación apareció Saint Germain. Enfrentó a Maurepas por su traición y le dijo: «Al oponerte a que yo vea al monarca, estás perdiendo la monarquía, porque sólo tengo un tiempo limitado para darle a Francia. Esta vez, no volveré a ser visto aquí hasta que tres generaciones sucesivas hayan bajado a la tumba». La segunda advertencia de Saint-Germain llegó el 14 de julio de 1789, cuando la reina se despedía de la duquesa de Polignac. Abrió la carta y leyó: «Mis palabras han llegado a tus oídos en vano, y has llegado al período del que te informé. Todos los Polignac y sus amigos están condenados a muerte. El conde de Artois perecerá». Su carta de despedida, dirigida a Madame d'Adhémar, llegó el 5 de octubre de 1789. «¡Todo está perdido, condesa!», escribió. «Este sol es el último que se pondrá sobre la monarquía. Mañana ya no existirá. Mi consejo ha sido despreciado. Ahora es demasiado tarde...». En esa carta, le pedía a la condesa que se reuniera con él a primera hora de la mañana siguiente. En esa conversación, el conde de Saint Germain le informó que ya había pasado el momento en que podría haber ayudado a Francia. «No puedo hacer nada ahora. Tengo las manos atadas por alguien más fuerte que yo. La hora del reposo ha pasado y los decretos de la Providencia deben cumplirse». Predijo la muerte de la reina, la ruina completa de los Borbones, el ascenso de Napoleón. «¿Y usted?», preguntó la condesa. «Debo ir a Suecia», respondió. «Allí se está gestando un gran crimen y voy a tratar de impedirlo. Su Majestad Gustavo III me interesa. Él vale más que su renombre». La condesa le preguntó si volvería a verlo. «Cinco veces más», respondió él. «No desee la sexta».

Rosacrucismo y masonería

Las organizaciones rosacruces recibieron sin duda ayuda de parte de St. Germain. Mientras Christian Rosenkreutz, el fundador de la Orden, transmitía sus enseñanzas oralmente, St. Germain registró las doctrinas en cifras, y uno de sus manuscritos cifrados pasó a ser propiedad de su fiel amigo, el príncipe Karl von Hesse. H.P.B. menciona este manuscrito en La Doctrina Secreta (vol. II, 1888, pág. 202) y cita extensamente otro (vol. II, 1888, pág. 582). Mientras St. Germain vivía en Viena, pasó gran parte de su tiempo en el laboratorio rosacruz de la Landstrasse, y en una ocasión vivió en la habitación que Leibniz ocupó en 1713. St. Germain también trabajó con los Fratres Lucis y con los "Caballeros y Hermanos de Asia" que estudiaban la ciencia rosacruz y hermética.

El conde de Saint Germain ha sido considerado generalmente como una figura importante en las primeras actividades de los masones. Sin embargo, se han hecho repetidos esfuerzos para desacreditar sus afiliaciones masónicas. Una cuidadosa investigación en los archivos masónicos demuestra que ocupó una posición prominente en la masonería del siglo XVIII. Actuó como delegado en la Convención de Wilhelmsbad en 1782 y en la gran Convención de París de 1785. El cadete de Gassicourt lo describió como un miembro itinerante de los Caballeros Templarios, y Deschamps dice que Cagliostro fue iniciado en esa Orden por Saint Germain.

Promoción de la unidad europea

El conde era un genio a la hora de comprender la situación política de Europa y una consumada habilidad con la que esquivaba las embestidas de sus adversarios diplomáticos. En todo momento ostentaba credenciales que le daban acceso a los círculos más exclusivos de la nobleza europea. También fue un decidido defensor del pensamiento social. Renovó las antiguas tradiciones religiosas y se esforzó por promover la unidad de Europa como base de un orden de paz duradero dondequiera que pudiera. Sin embargo, la cautela siempre estuvo a la orden del día y el secreto fue su principio rector.

Emperatriz María Teresa

En 1747, recibió una misión secreta de la emperatriz María Teresa de Austria para llevar a cabo conversaciones de paz con el duque de Cumberland en Flandes. El 18 de octubre de 1748 se firmó la Paz de Aquisgrán. En 1759-1760, el conde permaneció en Chambord y produjo diamantes artificiales para el rey Luis XV y actuó en La Haya como negociador secreto de paz para el rey. El conde de Saint-Germain estuvo en San Petersburgo en la época de Pedro III, durante la revolución de palacio en 1762, y se fue cuando Catalina II subió al trono. La zarina Catalina II lo nombró general y lo honró con el título y el nombre de conde Soltikov. Con mucha fuerza, el conde de Saint-Germain advirtió de los peligros que iban a estallar poco después en forma de la Revolución Francesa, por la cual los impulsos espirituales de libertad, igualdad y fraternidad, que eran correctos en sí mismos, se mezclaron tumultuosamente y se distorsionaron hasta quedar irreconocibles. the spiritual impulses of liberty, equality, and fraternity, which were correct in themselves, were tumultuously mixed together and distorted beyond recognition

Muerte

Se dice que el conde de St. Germain murió el 27 de febrero de 1784, y el Registro de la Iglesia de Eckernförde en el Holstein danés contiene el registro de su muerte y entierro. Pero como se mencionó anteriormente (La Corte Francesa), algunos de los trabajos más importantes de St. Germain se realizaron después de esa fecha.

Wiener Memoiren de Franz Gräffer

Además, en la última década del siglo XVIII, St. Germain confió sus planes futuros a su amigo austríaco, Franz Gräffer, diciendo:

Mañana por la noche me voy. Me necesitan mucho en Constantinopla, luego en Inglaterra, para preparar allí dos nuevos inventos que tendréis en el próximo siglo: trenes y barcos de vapor. […] Hacia finales de este siglo, desapareceré de Europa y me trasladaré a la región del Himalaya. Descansaré; debo descansar. Dentro de 85 años exactamente la gente volverá a verme. Adiós.

Estas palabras fueron pronunciadas en 1790. Ochenta y cinco años después de esa fecha llegamos a 1875. ¿Qué papel desempeñó St. Germain en el Movimiento Teosófico del siglo pasado? ¿Qué papel desempeñará en el siglo actual? H.P.B. dio una sugerencia críptica del momento en que volvería a aparecer.

El conde de St. Germain fue sin duda el mayor Adepto oriental que Europa había visto durante los últimos siglos. Pero Europa no lo conocía. Tal vez algunos lo reconozcan en el próximo Terreur, que afectará a toda Europa cuando llegue, y no sólo a un país.

El coronel Olcott escribió en 1905 que creía que tanto St. Germain como H. P. Blavatsky eran mensajeros y agentes de la Logia Blanca. Él escribió además: “Uno fue enviado para ayudar a dirigir las líneas convergentes del karma que iban a provocar el cataclismo político del siglo XVIII con todas sus terribles consecuencias, para desatar el ciclón moral que iba a purificar la atmósfera social del mundo; el otro llegó en un momento en que el materialismo iba a encontrar su Waterloo y el nuevo reino del pensamiento espiritual elevado iba a ser inaugurado por medio de la agencia de nuestra Sociedad”.

Además, el conde de Saint Germain estaba completamente familiarizado con los principios del esoterismo oriental. Practicaba el sistema oriental de meditación y concentración, y en varias ocasiones se había sentado con los pies cruzados y las manos juntas en la postura de un Buda hindú. Tenía un retiro en el corazón del Himalaya al que se retiraba periódicamente del mundo. Y en varias ocasiones admitió que estaba obedeciendo órdenes de un poder superior y más grande que él.

Citas de Helena Blavatsky

Madame Blavatsky escribió sobre el Conde en numerosas ocasiones y los extractos se pueden encontrar en sus Escritos Recopilados en línea:

…junto con Mesmer y el Conde de Saint-Germain, a la Logia de los Filaleteos. (vol. XII, página 84)

…él a través de la metamorfosis completa de casi todo el mapa europeo, comenzando con la Revolución Francesa de 1793, predijo en cada detalle por el Conde de Saint-Germain, en un manuscrito autógrafo, ahora en posesión de los descendientes del noble ruso a quien se lo dio, y llegando hasta la Guerra Franco-Prusiana de los últimos días. (vol. I, página 107)

Por lo tanto, la magia existe y ha existido desde épocas prehistóricas. Comenzó en la historia con los misterios de Samathracia, siguió su curso ininterrumpidamente y terminó por un tiempo con los ritos y ceremonias teúrgicas que expiraban en la Grecia cristianizada. Luego reapareció por un tiempo nuevamente con la escuela neoplatónica, alejandrina, y pasó, por iniciación, a varios estudiantes y filósofos solitarios, atravesó con seguridad las edades medievales y, a pesar de las furiosas persecuciones de la Iglesia, recuperó su fama en manos de adeptos como Paracelso y varios otros, y finalmente se extinguió en Europa con el conde de Saint-Germain y Cagliostro, para buscar refugio del escepticismo de corazón helado en su país natal de Oriente. (vol I, página 141)

Durante siglos, la selección de Chelas, fuera del grupo hereditario dentro del gon-pa (templo), ha sido realizada por los propios Mahatmas del Himalaya de entre la clase (en el Tíbet, una considerable en cuanto al número) de místicos naturales. Las únicas excepciones han sido los casos de hombres occidentales como Fludd, Thomas Vaughan, Paracelso, Pico della Mirandola, el conde de Saint-Germain, etc., cuya afinidad temperamental con esta ciencia celestial más o menos obligó a los Adeptos distantes a entrar en relaciones personales con ellos, y les permitió obtener una proporción tan pequeña (o grande) de la verdad total como era posible en su entorno social. (vol. IV, pág. 607)

Las excepciones a esta regla casi universal se han encontrado hasta ahora sólo en algunos casos raros de evoluciones individuales constitucionales anormalmente precoces; o, en aquellos casos en los que, mediante un entrenamiento temprano y métodos especiales, al llegar a la etapa de los de la quinta ronda, algunos hombres, además del don natural de estos últimos, han desarrollado plenamente (por ciertos métodos ocultos) su sexto sentido, y en casos aún más raros, su séptimo. Como ejemplo de la primera clase puede citarse a la vidente de Prevorst; Una criatura nacida fuera de tiempo, un crecimiento precoz raro, mal adaptado a la atmósfera hostil que la rodeaba, por lo tanto un mártir siempre enfermo y enfermizo. Como ejemplo del otro, puede mencionarse al conde Saint Germain. Al ritmo del desarrollo antropológico y fisiológico del hombre corre su evolución espiritual. (vol. V, págs. 144-145)

Sin embargo, nuestra firme convicción, basada en evidencia histórica e inferencias directas de muchas de las Memorias de aquellos días, es que la Revolución Francesa se debe a un Adepto. Es ese misterioso personaje, ahora convenientemente clasificado con otros “charlatanes históricos” (es decir, grandes hombres cuyo conocimiento y poderes ocultos se disparan sobre las cabezas de la mayoría imbécil), a saber, el Conde de Saint Germain, quien provocó el justo estallido entre los pobres y puso fin a la tiranía egoísta de los reyes franceses, los “elegidos y ungidos del Señor”. Y también sabemos que entre los Carbonarios, los precursores y pioneros de Garibaldi, había más de un francmasón profundamente versado en ciencias ocultas y en el rosacrucismo. (vol. VI, págs. 19-20)

El “Conde de Saint-Germain” es, hasta este mismo momento, un misterio viviente, y el rosacruz Thomas Vaughan, otro. (vol. I, p. 109)

Podemos, pues, reforzar nuestros argumentos citando unas cuantas frases de un curioso manuscrito perteneciente a un miembro de la Sociedad Teosófica de Alemania, un místico erudito, que nos dice que el documento ya está de camino a la India. Es una especie de diario, escrito en esos caracteres místicos, mitad cifras, mitad alfabeto, adoptados por los rosacruces durante los dos siglos anteriores, y cuya clave sólo poseen ahora unos pocos místicos. Su autor es el famoso y misterioso conde de Saint-Germain; él, que antes y durante la Revolución Francesa desconcertó y casi aterrorizó a todas las capitales de Europa y a algunas cabezas coronadas; y de quien se cuentan tantas historias extrañas. Cualquier comentario ahora sería prematuro. La mera sugerencia de que haya algo más misterioso que un ciego "fenómeno" de la naturaleza en este hallazgo en particular se calcula que provocará una risa desdeñosa de todos los sectores, con la excepción, tal vez, de algunos espiritistas y sus aliados naturales, los teósofos. (vol. II, págs. 193-194)

Hay otro punto que debe tenerse en cuenta. El relato anterior no da detalles de las últimas horas del misterioso conde ni de su funeral. ¿No es absurdo suponer que si realmente murió en el momento y lugar mencionados, habría sido enterrado sin la pompa y ceremonia, la supervisión oficial y el registro policial que acompañan a los funerales de hombres de su rango y notoriedad? ¿Dónde están estos datos? Desapareció de la vista del público hace más de un siglo, pero ninguna memoria los contiene. Un hombre que vivió en el pleno resplandor de la publicidad no podría haber desaparecido, si realmente murió en ese momento y allí, sin dejar rastro. Además, a esta negativa tenemos la supuesta prueba positiva de que vivió varios años después de 1784. Se dice que tuvo una conferencia privada muy importante con la Emperatriz de Rusia en 1785 o 1786, y que se apareció a la Princesa de Lamballe cuando se encontraba ante el tribunal, unos momentos antes de que la acribillaran con una bala y un carnicero le cortara la cabeza; y a Jeanne du Barry, la amante de Luis XV, mientras esperaba en su patíbulo en París el golpe de la guillotina en los Días del Terror de 1793. Un miembro respetado de nuestra Sociedad, que reside en Rusia, posee algunos documentos muy importantes sobre el Conde de Saint-Germain, y para la reivindicación de la memoria de uno de los personajes más grandes de los tiempos modernos, se espera que los eslabones, tan necesarios pero que faltan, en la cadena de su accidentada historia puedan ser entregados rápidamente al mundo a través de estas columnas. (vol. III, p. 129)