El incidente del Vega

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El incidente del Vega se refiere a la visita del Mahatma K.H. al espiritista William Eglinton el 22 de marzo de 1882, cuando este último estaba a bordo del barco SS Vega y H.P. Blavatsky se encontraba en la India. Después de la conversación entre el Mahatma y Eglinton, hubo un intercambio de cartas por medios fenoménicos entre el barco y un grupo de miembros en Calcuta.

Contexto

La nota introductoria a la carta N.° 55 de la edición cronológica de Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett, dice:

Esta carta se refiere al joven médium inglés William Eglinton (1857-1933) quien fue a la India con el manifiesto propósito de investigar la Teosofía. Había oído hablar de Madame Blavatsky y los "Hermanos" y quería averiguar por sí mismo si ella era confiable y los Hermanos seres reales, o si todo era un engaño. Se negaba a creer en los “Hermanos” porque su “Guía” (Ernest) no le había informado de la existencia de estos, y consideraba a H.P.B. como una médium más que pretendía ser algo más elevado. En India, en ese momento se alojaba con el teniente coronel Gordon y su señora, que vivían en Howrah, un suburbio de Calcuta. Los Gordon eran espiritistas, pero también miembros de la Sociedad Teosófica, devotos de H.P.B. y Olcott y leales a la Sociedad. Sin embargo, Eglinton nunca vio al coronel Olcott ni a H.P.B. durante todo el tiempo que estuvo en la India y no se reunió con ellos hasta dos años después, cuando estaban en Londres. . . Regresó a Inglaterra el 15 de marzo de 1882 a bordo del SS Vega, todavía escéptico sobre la existencia de los Mahatmas. El día 22, unas horas después de que el Vega había zarpado de Ceilán (su primer puerto de escala fuera de la India), K.H. visitó a Eglinton en su mayavi-rupa y tuvieron una larga conversación. [1]

El incidente

El Incidente del Vega consistió en la aparición del Maestro K.H. el 22 de marzo de 1882, en su mayavi rupa, ante Eglinton, quien estaba a bordo del SS Vega, unas horas después de haber salido de Ceilán. Los dos se estrecharon la mano y mantuvieron una conversación.

El coronel Olcott se alojaba en la casa de los Gordon en Howrah, Calcuta, India. En la noche del 22, tuvo una insinuación de su instructor sobre la visita del Maestro K.H. Él le contó esto a la Sra. Gordon a la mañana siguiente. Ese día llegó un telegrama escrito por H.P.B. el día 22, que decía que K.H. había visto a Eglinton en el Vega.

Un telegrama posterior pidió a los Gordon y Olcott que fijaran una hora en la que podrían reunirse. El día 24, los tres se sentaron en un triángulo con el vértice hacia el norte. Después de unos minutos, Olcott vio a través de la ventana abierta a los Mahatmas M. y K.H. Uno de ellos señaló hacia la habitación, por encima de la cabeza de la Sra. Gordon, y cayó una carta. Entonces los Mahatmas desaparecieron. La señora Gordon recogió lo que le había caído encima y encontró una carta escrita a mano por el señor Eglinton, fechada en el Vega el 24; un mensaje de Madame Blavatsky, fechado en Bombay el día 24, escrito en el reverso de tres de sus tarjetas de visita. También había una tarjeta más grande, como las que usaba el Sr. Eglinton en sus sesiones. En esta última tarjeta estaba la conocida letra del Maestro K.H. y unas pocas palabras con la letra del Maestro M. Todas estas tarjetas y la carta estaban entretejidas con un trozo de seda de coser azul. A continuación, la carta de Eglinton donde ahora afirma su "total creencia" en los "Hermanos". Como nota adicional interesante, había una posdata firmada por seis personas que afirmaban haber visto el arribo, en Bombay, de la carta de Eglinton.

El Mahatma K.H. sobre su próxima visita

En una carta a A.P. Sinnett escrita en marzo de 1882, el Mahatma K.H. le contó sobre su intención de visitar a Eglinton:

Por razones que sabrá comprender, aunque al principio se inclinará a considerarlas (con respecto a usted mismo) injustas, estoy decidido a hacer eso, por única vez, lo que hasta ahora nunca he hecho; es decir, presentarme bajo otra forma y, tal vez, carácter. Por lo tanto, no es necesario que le guarde rencor a Eglington por el placer de verme personalmente, de hablar conmigo y de estar "atónito" por mí y por los resultados de mi visita a él, a bordo de, "El Vega". Esto se hará entre el 21 y el 22 de este mes. . . Él verá a alguien bastante diferente del verdadero K.H., aunque seguirá siendo K.H. [2]

En la misma carta, el Mahatma K.H. explica una de las razones por las que decidió hacer esto:

. . . La Teosofía y sus adherentes tienen que ser finalmente reivindicados. Eglinton emprende el regreso; y si al hacerlo no supiera nada de los Hermanos, habría un doloroso día de prueba para los pobres H.P.B. y H.S.O. [3]

Con este propósito, los Mahatmas esperaron hasta que Eglinton estuvo lejos de H.P. Blavatsky, para evitar acusaciones de fraude:

Teníamos muy buenas razones para prohibir a H.P.B. mantener correspondencia con él o prestarle demasiada atención en el Teósofo. Pero ahora que él se ha ido, y estará el 22 a cientos de millas mar adentro; y que ninguna sospecha de fraude se puede levantar contra ninguno de ellos, ha llegado el momento del experimento. [4]

La visita tuvo lugar el 22 de marzo de 1882, cuando Eglinton estaba a bordo del SS Vega.

Relato de W. Eglinton

El siguiente es el relato de Eglinton de esta visita:

No fue hasta la última semana de mi estadía en la India que comencé a recibir evidencia de la existencia de los seres designados como los "Hermanos del Himalaya". Una noche estaba sentado con el coronel Gordon y su esposa en su casa de Howrah [un suburbio de Calcuta] cuando mi guía [espiritual], "Ernest", vino y nos informó que había estado en comunicación con algunos miembros de la Hermandad. Esto despertó mi curiosidad, porque sabía que podía confiar en una declaración hecha así, pero no sucedió nada más para convencerme hasta que me encontraba de regreso a casa a bordo del SS Vega.


El 22 de marzo de 1882, estaba en altamar, habiendo salido de [Colombo,] Ceilán alrededor de las 6 p.m. del mismo día. Ocupé una cabina en la cubierta delantera debajo del puente. Alrededor de las diez en punto me encontraba en esta cabina desvistiéndome antes de dormir en cubierta, de espaldas a la puerta abierta. Al darme la vuelta para salir, encontré la entrada bloqueada por lo que consideré, a primera vista, un khitmaghur o mayordomo nativo.
Pensando que había venido a traer un mensaje, esperé a que hablara, pero como no lo hizo, y considerándolo insolente por no haber solicitado el ingreso y no haber prestado la deferencia habitual a los europeos, le dije enojado, en indostano, que se fuera; después de lo cual entró en la cabina, me agarró de la mano derecha y me dio el apretón de un maestro masón antes de que me recuperara lo suficiente de mi asombro. Le pedí que me dijera por qué se había entrometido así y qué era lo que quería.
Hablando en un inglés perfecto, deliberadamente me informó que era "Koot Hoomi Lal Singh", y en ese momento me quedé profundamente impresionado con su apariencia general, su conocimiento de la masonería y la afirmación de que él realmente era la persona, el místico, o el Adepto de quien había escuchado tanto durante mi residencia en la India, que sin dudarlo lo acepté como tal. Entonces entablamos una conversación de cierta duración, de ninguna importancia en particular para nadie más que para mí, pero me demostró que él estaba íntimamente familiarizado con los movimientos espiritistas y teosóficos, así como con amigos míos de la India.
Era en todo sentido un hombre inteligente, perfectamente formado, y en nada se diferenciaba, al menos en su apariencia exterior, de los miles de nativos que uno ve en Oriente. Tampoco fue una alucinación, porque yo estaba en plena posesión de todas mis facultades; y que no se trataba de una visión subjetiva lo prueba el apretón de la mano y la materialidad muy evidente de la figura. Algo distrajo mi atención de él por un momento, porque lo estaba criticando agudamente, y cuando volví la cabeza de nuevo, ¡se había ido! Dos pasos me llevaron hasta la puerta abierta, donde tuve la ventaja de examinar tanto la cubierta de proa como la de popa, pero no pude observar a nadie en retirada, aunque ningún ser vivo podría haber escapado en ese lapso de tiempo del alcance de mi visión.
Al día siguiente registré el barco, incluso bajando al túnel del pozo para encontrar una persona con apariencia como la del hombre que había visto la noche anterior, pero sin obtener la más mínima pista de su identidad, aunque mi mente estaba entonces pensando en el posibilidad de que se hubiera encargado a un hombre que subiera a bordo en Ceilán con el propósito de engañarme. Pero cuanto más reflexionaba, más difícil me resultaba aceptar tal teoría, y dos días después escribí la apresurada y entusiasta carta que aparece en El mundo oculto.

"Koot Hoomi" había prometido llevar una carta a la Sra. Gordon, en Howrah, si yo escribía una cuando estuviera a bordo. Pensé que haber visto la "figura" era una buena oportunidad para transmitir la noticia de la manera sugerida, y en consecuencia escribí, afirmando mi total creencia de que la persona que había visto no era otro que el Gran Maestro. Después de haber escrito la carta, salí a cubierta y, sabiendo que había una dama a bordo que estaba muy interesada en asuntos psíquicos, le leí la carta y la invité a marcar el sobre como una pequeña prueba entre nosotros y los del "otro extremo de la línea". Así lo hizo.

A mi regreso a la sala de fumadores les conté a algunos de mis compañeros de viaje lo que había hecho, por lo que un caballero que decía ser teósofo y familiarizado con Madame Blavatsky, preguntó por qué, si yo podía enviar una carta, él no podía hacer lo mismo. No vi ninguna objeción a que lo hiciera, e inmediatamente escribió una breve nota. Abrí el sobre y adjunté ambas cartas en otro, y nuevamente busqué a la dama para que lo volviera a marcar. Ella no estaba en cubierta en ese momento, así que regresé a la sala de fumadores, y al mencionar el asunto a quienes estaban reunidos, uno dijo: "Ponga una cruz"; otro comentó: "Agregue una segunda"; y una tercera persona deseaba que se pusieran tres cruces. A medida que cada uno hablaba, agregaba una cruz, hasta que hubo tres en total, y luego tomé el sobre, lo puse en mi estuche de escritura cerrado con llave y lo puse (al estuche) en un estante en mi cabina. Lo abría a intervalos para ver si el sobre seguía allí, y lo vi por última vez, según recuerdo, alrededor de las cuatro p.m., porque cuando volví a mirar justo antes de la cena, ya no estaba.

La misma noche, en presencia del coronel Olcott y el coronel Gordon y su señora, un sobre marcado con tres cruces y que decía que contenía mi carta, cayó del techo del dormitorio que yo había ocupado cuando estuve en Howrah. No he podido verificar si la carta estaba escrita por mí, pero me imagino que es mía ya que la carta tenía términos similares a la que escribí yo, además de que la Sra. Gordon estaba íntimamente familiarizada con mi escritura. [5]

Relato de la Sra. Alice Gordon

El día 24, dos días después de que el Maestro K.H. visitara a Eglinton en su mayavi-rupa, cuando el Vega estaba a 500 millas mar dentro, se transmitieron cartas desde el Vega a Bombay; y de allí (junto con algunos otros artículos) a Howrah, a la casa del coronel Gordon y su esposa.

La Sra. Alice Gordon escribió:

El coronel Olcott me dijo que había tenido una insinuación durante la noche de su Chohan (instructor) de que K.H. había estado en el Vega y había visto a Eglinton. Esto fue alrededor de las ocho de la mañana del jueves 23 [de marzo]. Unas horas más tarde me llegó un telegrama, fechado en Bombay a las 9 y 9 minutos p.m. del miércoles por la noche, de la señora Blavatsky, en ese sentido: "K.H. acaba de salir hacia el Vega". Corroboraba, como se verá, el mensaje de la noche anterior al coronel Olcott. Entonces nos sentimos esperanzados de recibir la carta por medios ocultos del Sr. Eglinton. Un telegrama [de Mme. Blavatsky] posterior, del jueves, nos pidió que fijáramos una hora para una sesión, así que fijamos las 9 en punto hora de Madrás, del viernes 24.


A esa hora, los tres —el coronel Olcott, el coronel Gordon y yo— nos sentamos en la habitación que había ocupado el Sr. Eglinton. Teníamos buena luz y nos sentamos con nuestras sillas colocadas en forma de triángulo, cuyo vértice daba al norte. A los pocos minutos el coronel Olcott vio por la ventana abierta a los dos "Hermanos" y nos lo dijo; los vio pasar a otra ventana, cuyas puertas de vidrio estaban cerradas. Vio que uno de ellos apuntaba con la mano hacia el aire por encima de mi cabeza, y en ese mismo momento sentí algo caer directamente desde arriba sobre mi hombro, y lo vi caer a mis pies en dirección a los dos caballeros. Sabía que sería la carta, pero por el momento estaba tan ansiosa por ver a los "Hermanos" que no recogí lo que había caído. El coronel Gordon y el coronel Olcott vieron y oyeron caer la carta. El coronel Olcott había vuelto la cabeza de la ventana por un momento para ver a qué apuntaba el "Hermano", y entonces notó que la carta caía desde un punto a unos dos pies [61 cm] del techo. Cuando miró de nuevo, los dos "Hermanos" habían desaparecido.

Afuera no hay veranda y la ventana está a varios pies del suelo.

Me volví y recogí lo que me había caído encima, y encontré una carta con la letra del Sr. Eglinton, fechada en el Vega el 24. Abrimos la carta con cuidado, cortando un lado, ya que vimos que alguien había hecho en la solapa a lápiz tres cruces latinas, por lo que las conservamos intactas para su identificación. La carta es la siguiente:

Mi estimada señora Gordon: ¡Por fin ha llegado su hora de triunfo! Después de las muchas batallas que hemos tenido en la mesa de desayuno con respecto a la existencia de K.H., y mi obstinado escepticismo en cuanto a los maravillosos poderes que poseen los "Hermanos", me he visto obligado a creer totalmente que son personas individuales que viven. No puedo contarle todo lo que sé, pero K.H. se me apareció en persona hace dos días y lo que me dijo me dejó estupefacto.

[El coronel Olcott, en su diario del 24 de marzo de 1882, escribe lo siguiente: "A las 9, los Gordon y yo nos sentamos juntos. Morya y K.H. aparecieron en las ventanas y notas de Eglinton (desde a bordo del Vega), Morya, K.H. y H.P.B., atadas, cayeron por el aire sobre el hombro de la Sra. Gordon. Un fenómeno estupendo en todo sentido. E. dice en su nota que él la está enviando por medio de los Hermanos a H.P.B. después de habérsela mostrado a una compañera de viaje, la Sra. Boughton, y de que ella marcara el sobre ". —DHC] [6]

Críticas contra Eglinton

La Revista de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas (Londres) publicó en junio de 1886 (págs. 282-287) un artículo de Eleanor Mildred Sidgwick donde analiza críticamente algunos fenómenos en los que participó el Sr. Eglinton. Al tratar el incidente del Vega, escribe sobre:

. . . la supuesta transmisión oculta de una carta del Sr. Eglinton a bordo del Vega a la Sra. Gordon en Howrah --- un incidente que me parece que involucra al Sr. Eglinton inextricablemente en la fabricación de un fenómeno teosófico espurio. Los detalles se encontrarán en Hints on Esoteric Theosophy, N.° 1, segunda edición, págs. 108-125, y en Proceedings of the Society for Psychical Research, vol. III., Págs. 254-256. A continuación, adjunto una prueba adicional que me proporcionó el Sr. Hodgson. Como no tengo espacio para brindar todos los detalles del caso aquí, me limitaré a una breve exposición de lo que me parecen los puntos importantes.


El señor Eglinton, que se había alojado con el coronel Gordon y su esposa en Howrah, subió a bordo del Vega en el Hooghly con destino a Inglaterra, el 14 de marzo de 1882. A la mañana siguiente le llegó a él un telegrama (de Madame Blavatsky, supongo por el contexto), que la señora Gordon abrió, que decía que uno de los Mahatmas deseaba que él, mientras el coronel Olcott estaba en Howrah, enviara cartas con su letra desde el barco y que él recibiría ayuda. La Sra. Gordon le aconsejó, --- si él llegaba a aceptar, que consiguiera que algún compañero de viaje respaldara la carta antes de enviársela a ella. Él escribió desde Fisherman's Point el día 15, diciendo: "Personalmente, tengo muchas dudas de que estas cartas puedan manejarse, pero haré lo que pueda al respecto". El Vega partió de Ceilán el 22, y el 23 un telegrama de Madame Blavatsky le pidió al grupo de Howrah que fijaran una hora para una sesión. Fijaron las 9 p.m., hora de Madrás del día 24, y a esa hora el coronel Gordon, su esposa y el coronel Olcott se sentaron en el dormitorio que había ocupado la última vez el señor Eglinton. Al cabo de unos minutos cayó entre ellos un paquete que consistía en una carta escrita con la letra del Sr. Eglinton, fechada el 24 de marzo, un mensaje de Madame Blavatsky, fechado en Bombay el 24 y escrito en el reverso de tres de sus tarjetas de visita; también una tarjeta grande como de las que el Sr. Eglinton tenía un paquete y que utilizaba en sus sesiones. La escritura en esta última tarjeta supuestamente era de dos de los Mahatmas. Todas estas tarjetas y la carta estaban entretejidas con un trozo de seda de coser azul. La solapa del sobre estaba marcada con tres cruces latinas a lápiz. La carta expresaba la conversión del Sr. Eglinton a una "total creencia" en los "Hermanos", una opinión que de ahora en adelante sería "firme e inalterable". También dijo que él leyó la carta “a la Sra. B [oughton] y le pedí que marcara el sobre”, e hizo otros comentarios; pero parece que no había nada en la carta que no pudiera haber sido escrito perfectamente antes de que él saliera de India. A cambio de las expresiones de confianza del Sr. Eglinton en él, "Koot Hoomi" escribió en la tarjeta sobre la maravillosa mediumnidad y la excelencia general de carácter del Sr. Eglinton.

Mientras tanto, en Bombay, alrededor de las 8 p.m. (hora de Bombay), un grupo de teósofos estaba sentado con Madame Blavatsky, cuando se vio caer una carta. Contenía un sobre cerrado dirigido a la Sra. Gordon, en cuyo reverso había tres cruces a lápiz. Madame Blavatsky entretejió esta carta con tres de sus tarjetas de visita en un hilo de seda azul y la colocó en una estantería determinada, sin que ningún otro miembro del grupo la hubiera marcado de ninguna manera. Entonces todo el grupo salió de la habitación, y cuando regresaron unos minutos después el paquete había desaparecido --- “se evaporó”, según lo expresaron ellos. Pero como la estantería se encontraba inmediatamente frente a una puerta veneciana que comunicaba con la habitación del sirviente de Madame Blavatsky, Babula, quien estaba acostumbrado a ayudarla en la producción de maravillas, y como los espacios venecianos de esta puerta son lo suficientemente amplios como para permitir que una mano y parte del brazo pasen a través de esta, parece más probable que Babula sacara el paquete a que desapareciera de una forma más misteriosa.

En el Vega se le mostró debidamente una carta a la Sra. B [oughton], a quien se le pidió que la marcara, pero hubo una pequeña dificultad con la marca. La carta que apareció en Calcuta estaba marcada con tres cruces en una línea horizontal. El Sr. Eglinton marcó la que le mostró a la Sra. B [oughton] con una cruz; ella cruzó esa cruz oblicuamente, dos veces, haciendo un asterisco. Pero --- para citar las palabras de la Sra. Gordon: ---

"Con la incapacidad similar para comprender el elemento importante de las condiciones de prueba que distingue a casi todos los médiums y personas familiarizadas durante mucho tiempo con los fenómenos ocultos, el Sr. Eglinton desafortunadamente abrió el sobre que había sido marcado primero y le adjuntó otra carta, lo que lo tornó muy pesado. Luego utilizó un sobre nuevo, y no pudiendo encontrar en ese momento a la dama que marcó el sobre anterior, él, en presencia de tres testigos, hizo las cruces, distintas, como usted dice, de las anteriores. Pero a pesar de lo engorroso que es este error de su parte, deja intactos los elementos sustanciales de la maravillosa hazaña lograda. Se leyó la carta, antes de ser enviada, a varios de los pasajeros a bordo del Vega, y eso solo establecería su identidad, excepto en la hipótesis de una colusión fraudulenta entre el Sr. Eglinton y los fundadores de la Sociedad Teosófica en la India".

Vemos, por lo tanto, que no hay absolutamente nada que identifique las cartas vistas en el Vega, en Bombay y en Calcuta, y que tanto el cambio de marca en el Vega como los sucesos de Bombay son extremadamente sugerentes de arreglos previos y milagros ficticios.

Pero esto no es todo. Un tal Sr. J.E. O'Conor, un teósofo, a bordo del Vega, al enterarse de la intención del Sr. Eglinton de enviar por medios ocultistas una carta a Madame Blavatsky, pidió que le enviaran una suya también. El Sr. Eglinton accedió a poner esta carta con la suya y correr el riesgo, y luego le dijo al Sr. O'Conor que esta había desaparecido. No se supo nada de esta carta en la India en el momento en que cayó la del Sr. Eglinton. El señor O'Conor tampoco oyó nada al respecto. Más tarde, sin embargo, Madame Blavatsky expresó que había llegado poco después de la otra, y se dijo que ella no lo había mencionado públicamente porque era una carta privada. He visto la carta y no puedo dejar de considerar esta excusa para no mencionarla como frívola, ya que la carta, aunque sin duda técnicamente privada (como la del Sr. Eglinton), no contenía nada que no pudiera publicarse en ninguna parte, y muy obviamente fue escrita con el único objeto de obtener un fenómeno de prueba. [7]


En noviembre de 1886 ella publicó un segundo artículo en la misma revista (págs. 467-469):

Observo que cuando el Sr. Eglinton tiene la ocasión de referirse al incidente del Vega, ignora el hecho de que su carta supuestamente pasó por Bombay, donde estaba Madame Blavatsky, y el papel muy importante y sospechoso que ella desempeñó en la transacción. Sin embargo, este complot con Madame Blavatsky (y puedo observar que es completamente innecesario ---a pesar de la sugerencia del Sr. Eglinton en sentido contrario--- suponer un complot en este asunto entre él y cualquiera que no sea Madame Blavatsky) es en sí mismo casi suficiente para desacreditar todo el fenómeno. Cuando a esto se agrega la naturaleza igualmente sospechosa de los procedimientos del propio Sr. Eglinton al sustituir el sobre marcado por la Sra. Boughton por uno marcado de manera diferente por él, difícilmente podemos decir que quede algún lugar a dudas. El Sr. Eglinton intenta persuadirnos de que las posibilidades eran de uno en millones en contra de la señora del Vega, la señora B [oughton], de que hiciera la marca que él quería, y que, por lo tanto, es absurdo suponer que sobre la hipótesis de un arreglo previo él se habría dirigido a ella en absoluto. Pero lo que realmente sucedió demuestra que esto no es así. La marca requerida, para que la carta mostrada en el Vega aparentemente se corresponda con las que cayeron en Bombay y en Howrah, eran tres cruces seguidas en la solapa del sobre. El Sr. Eglinton hizo una cruz antes de pedirle a la Sra. B [oughton] que hiciera una marca. No es para nada improbable que esta primera cruz, según mi parecer, sugiera que la Sra. B [oughton] hizo otra cerca de esta, y me confirma esta opinión el hecho de que ella realmente hizo otra. Si, en lugar de hacerla en la parte superior de la del Sr. Eglinton, ella la hubiese hecho en un costado, él solo necesitaba haber agregado una tercera en presencia de ella para producir una prueba que, aunque una investigación cuidadosa hubiera revelado su debilidad, probablemente habría logrado que pareciera impecable para nueve de cada diez lectores. Pero al Sr. Eglinton no le importaba mucho si la Sra. B [oughton] hacía la marca correcta o no. Pedirle que hiciera una era la forma más fácil de satisfacer a la Sra. Gordon, y él debe haber conocido a los espiritistas lo suficientemente bien como para darse cuenta de que él estaba jugando un juego en el que podía ganar, y materialmente no podía perder, en lo que respecta al apoyo de estos. Si deseaba sinceramente que el sobre se marcara de acuerdo con el deseo independiente de la Sra. B [oughton], ¿por qué, después de haber destruido el que ella había marcado, un procedimiento por el cual se han dado razones contradictorias, no marcó él al menos el segundo de la misma forma en que ella había marcado el primero? Se ha abogado en su nombre a la “incapacidad para comprender el elemento importante de las condiciones de prueba”; pero no puedo pensar que su inteligencia esté tan por debajo del promedio como esto implicaría en el caso de condiciones de prueba tan simples como las aquí involucradas.


El Sr. Eglinton sólo apela además a la ausencia de un motivo asignable que lo induzca a organizar un fenómeno de este tipo. No es necesario señalar que si la posibilidad de obtener con los espiritistas y teósofos el crédito que realmente obtuvo fue un motivo demasiado débil, Madame Blavatsky bien pudo haber tenido los medios para complementarlo.

He vuelto a este tema y he sacado a relucir estos diversos puntos, porque me parece muy importante; que, por un lado, nunca se deben formular acusaciones de impostura contra médiums, sin pruebas independientes, de la maravillosa naturaleza de los supuestos fenómenos; y que por otro lado, cuando existe evidencia de impostura, se debe dar a conocer ampliamente. Si alguna vez ha habido fenómenos mediúmnicos físicos genuinos, los espiritistas han hecho un daño inmenso a su causa al silenciar los casos de engaño expuesto, y así, al igual que mediante métodos laxos de investigación, alentar su repetición.

Para concluir, puedo señalar que he leído con atención las pruebas presentadas por el Sr. Eglinton sobre su escritura en pizarra. Ninguna de estas me parece diferir en sus características esenciales de las que se imprimieron en el Diario de junio; y solamente eso, por tanto, realmente excluye la hipótesis del conjuro. [8]

Reinterpretación posterior del "incidente" por parte de Eglinton

Unos años después del "incidente", Eglinton lo reinterpretaría en función de sus creencias espiritistas, como se puede ver en un artículo publicado el 30 de enero de 1886, donde relata la visita del Maestro:

Mis conclusiones más maduras, a las que arribé, por cierto, mucho antes (como muchos de mis amigos saben perfectamente) del "Colapso de Koot Hoomi", con respecto a la "aparición" y la transmisión de la carta, son: (1) Que la figura que vi pudo haber sido una materialización espontánea de un personaje inusual, aunque no estuvo acompañada de ninguna sensación de fatiga por mi parte; no hay razón por la cual no pudo haber sido ser una "inteligencia" o "espíritu" de alguien que se apodó él mismo "Koot Hoomi" (sabemos que la vanidad no se elimina por completo de aquellos que han alcanzado la vida superior, ¡como lo atestigua la gran cantidad de comunicaciones que supuestamente provienen de Shakespeare y otros!); y (2) que la carta puede, con toda razón, haber sido llevada por un agente espiritual a la India sin la intervención de la ayuda "astral" del Adepto del Himalaya, ya que al menos treinta o cuarenta cartas se habían llevado de manera similar entre Inglaterra y la India y viceversa durante mi residencia en este último país. [9]

Ver además

Notas

  1. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 44 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), ???.
  2. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 55 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 151.
  3. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 55 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 151.
  4. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 55 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 151.
  5. Daniel H. Caldwell, The Esoteric World of Madame Blavatsky (Wheaton, IL: Quest Books, 2000), 174-177.
  6. Daniel H. Caldwell, The Esoteric World of Madame Blavatsky (Wheaton, IL: Quest Books, 2000), 177-178.
  7. Mr. Eglinton at Blavatsky Study Center.
  8. The Charges Against Mr. Eglinton at Blavatsky Study Center.
  9. William Eglinton, Light (London: ????, January 30, 1886), 50-51.