Iniciación

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Iniciación

Iniciación es un rito de ingreso, ceremonia, marcando la entrada, o aceptación dentro de un grupo o sociedad. En un sentido amplio también puede significar una transformación en la que el iniciado es "renacido" dentro de un rol.

En la tradición Teosófica esto se refiere a una serie de eventos que tienen lugar fuera del cuerpo en los planos, y en la presencia del Maestro de Sabiduría, donde el discípulo es enseñado y entrenado en algunos aspectos de la Ciencia Oculta y la Filosofía Esotérica. El proceso de Iniciación también envuelve una expansión de la conciencia hacia planos más elevados.

Descripción general

En la visión Teosófica es aplicada frecuentemente a la iniciación dentro de las ciencias ocultas, que marca la aceptación como un miembro en la Hermandad de Adeptos. La persona que es un candidato para la iniciación es denominada discípulo o chela. H.P. Blavatsky escribió:

Iniciado. Del Latin Initiatus. La designación de alguien que fue recibido dentro y se le han revelado los misterios y secretos o de la Masonería o del Ocultismo. En tiempos de la antigüedad, aquellos que han sido iniciados dentro del conocimiento de los arcanos enseñado por los Hierofantes de los Misterios; y en nuestros días modernos aquellos que han sido iniciados por los adeptos de la ciencia mística hacia el conocimiento misterioso, el que, no obstante el lapso de los siglos, ya tiene unos pocos partidarios reales en la tierra.[1]

Annie Besant la definió como sigue:

¿Entonces, qué significa esta iniciación en los Misterios? Muy francamente, significa una expansión de la conciencia. La iniciación misma es una serie de eventos a través de los cuales el hombre pasa; acontecimientos reales y experiencias tomando una cierta cantidad de tiempo, no una vaga e indefinida serie de sentimientos, sino que efectivas comunicaciones y pensamientos y acciones pasadas por un hombre fuera del cuerpo físico, en la presencia de una gran asamblea de Maestros. El resultado es que el hombre se vuelve consciente de un nuevo mundo, como si un gran nuevo sentido se le hubiese otorgado que le abre un nuevo mundo a su alrededor. Así como un hombre nacido ciego debe conocer el mundo a través del oído, el gusto, tacto, pero si sus ojos fueran abiertos vería un nuevo mundo que él no había soñado, extendiéndose en su entorno en todos lados, así es con el hombre, que habiendo pasado a través de la gran ceremonia de iniciación, vuelve a su cuerpo, dentro del mundo de los hombres mortales. Hay otro mundo en su entorno, le pertenece una nueva fase de consciencia. El ve, donde antes fue ciego. El sabe, donde antes el sólo esperaba o conjeturaba.[2]

H. P. Blavatsky habla de los siete grados de iniciación:

Hay cuatro grados de iniciación mencionados en los trabajos exotéricos, que son conocidos respectivamente en Sánscrito como “Shrôtâpanna,” “Sagardagan,” “Anagamin,” y “Arhan”— los cuatro senderos al Nirvana, en esta, nuestra cuarta Ronda,otorgando los mismos nombres. El Arhan, si bien él puede ver el Pasado, el Presente, y el Futuro, no es aún el más elevado Iniciado; para el Adepto mismo, el candidato Iniciado, se vuelve chela (alumno) para el más elevado Iniciado. Tres grados adicionales más elevados deben ser conquistados por el Arhan quien alcanzaría el ápice; o la escala de Arhatado.[3]


Primera Iniciacción

La primera iniciación expande la conciencia del discípulo hacia el plano Búdico:

El nuevo Iniciado... nace dentro de esta nueva vida del Espíritu, y la expansión de la consciencia que él alcanza consiste en haber abierto para él, por primera vez, el gran mundo espiritual en el que todas las verdades son conocidas por Intuición, no por razonamiento; en el que los ojos del Espíritu están abiertos, y es logrado el conocimiento directo de las verdades espirituales; el conocimiento se vuelve intuitivo, en lugar de racional.

Cuando el gran ceremonial ha terminado, el Iniciado encuentra dentro dentro de él esa nueva conciencia que es gradualmente abierta, o por su propio Profesor o por algún discípulo elevado a quien el trabajo es delegado, de modo que él pueda dominar el conocimiento que al principio es solo presentado a él en un panorama deslumbrante. Debido al nuevo mundo dentro del que nace, se habla de la primera gran Iniciación como "el segundo nacimiento", el "nacimiento del Espíritu". El se convierte ahora en el nacido-dos veces....[4]

El ego habiendo traído el yo inferior dentro de la armonía con sigo mismo está ahora elevándose más arriba hacia el plano búdico, el plano de la unidad. Es solo en esta forma que el hombre puede comenzar a desamarrar el engaño del yo que estorba en su progreso adicional, y es por eso que la experiencia búdica es necesaria en la primera Iniciación.[5]

Después de esto, el trabajo del iniciado es acender al plano búdico:

Habiendo pasado la primera iniciación y entrado conscientemente al plano búdico, este trabajo de desarrollo propio de sub-plano tras sub-plano ahora yace ante el candidato, para que él pueda deshacerse de los tres grandes impedimentos, como esos son denominados, que estorban su progreso adicional..[6]


Los tres grandes impedimentos que el candidato debe deshacerse en la Segunda Iniciación han sido descritos como la ilusión del yo (o sentido de separatividad), duda o certeza considerando las leyes fundamentales del karma, reencarnación, etc., y superstición, como la idea de que cualquier religión o ceremonia en particular son indispensables.

Segunda iniciación

Cuando esos tres impedimentos han sido completamente desechados, cuando esos ya no no tienen más poder para refrenarlo, entonces él ha llegado a la virilidad joven, es cuando él esta listo para pasar la segunda de las grandes iniciaciones. En el drama Cristiano se llama el Bautismo. Se escribió que el espíritu de Dios bajó hacia Jesús, y vivió con El. Esa es la forma Cristiana; el espíritu baja, el Espíritu de la Intuición, y antes que él pueda avanzar, a la tercera Iniciación, él debe aprender a bajarlo, a través de sus ampliados cuerpos causal y mental, hacia su conciencia física, para que éste pueda "morar en él", o guiarlo.[7]

Una gran expansión y desarrollo del cuerpo mental tiene lugar en conexión con esta segunda Iniciación, pero es usualmente unos años antes que los efectos de esto pueden mostrarse a si mismos en el cerebro físico. Cuando ellos comienzan a actuar así ellos incuestionablemente ponen una gran presión en ese cerebro, así este no puede ser instantáneamente sintonizado al tono necesario.[8]

A este nivel no hay impedimentos que sean desechados, pero usualmente es un periodo de considerable avance psíquico e intelectual. Si las llamadas comúnmente facultades psíquicas no han sido previamente adquiridas, es la tradición que ellas debieran ser desarrolladas en este nivel.[9]


El periodo después de tomar la segunda Iniciación es de muchas formas la más peligrosa en el Sendero. . . . En la mayoría de los casos el peligro viene a través del orgullo; si hay el menor tinte de orgullo en la naturaleza humana, él está en serio riesgo de una caída. . . y si él comienza una vez en esa línea él tendrá un tiempo duro para volver otra vez. Sólo una incesante y creciente vigilancia puede capacitarlo para pasar a través de este nivel exitosamente, y debe ser su constante esfuerzo para matar toda huella de orgullo, egoísmo y prejuicio.[10]

Se dice que que aquél que ha alcanzado esta iniciación necesitaría sólo una encarnación más antes de alcanzar la tercera y cuarta Iniciación.

Tercera Iniciación

Igual como la segunda Iniciación está principalmente relacionada con el aceleramiento del cuerpo mental inferior, así a este nivel se desarrolla especialmente el cuerpo causal. El ego se lleva en contacto más intimo con la Monada, y es transfigurado en pura verdad. Incluso es afectada la personalidad por esa maravillosa efusión. El yo superior y el inferior se volvieron una en la primera iniciación, y esa unidad nunca se pierde, pero el desarrollo del yo superior que tiene lugar nunca puede ser reflejado en los mundos inferiores de la forma, aunque ambas son una al mayor grado posible.[11]

Una vez que la tercera Iniciación es alcanzada, se espera que el iniciado alcanzará la cuarta Iniciación en la misma encarnación, después de la cual no hay renacimiento físico obligatorio.

Durante el tiempo que interviene entre la tercera y cuarta Iniciaciones, dos debilidades más deben ser desechadas para siempre, la atracción y la repulsión en todas las cosas externas . . . así el discípulo aprende en este nivel a elevarse por sobre las atracciones y repulsiones, para desecharlas para siempre; ellas no tienen nunca más el poder para tocarlo.[12]


Mientras en este nivel él tiene que desechar cualquier prolongado residuo, denominados el cuarto y quinto impedimento, kamaraga y patigha, ataduras de gozo y sensación, tipificados por el amor terrenal, y toda posibilidad de miedo y odio. El aspirante debe liberarse a sí mismo de la posibilidad de ser esclavizado en cualquier forma por cosas externas. No significa de ningún modo que él no se sentirá atraído por lo que es placentero o hermoso o limpio, tampoco repulsión por lo opuesto de estas cosas. El igual las tomará en cuenta en el curso de su trabajo; pero no les dejará ser un elemento decisivo en su deber, y las invalidará completamente en aquellas ocasiones urgentes cuando sea necesario para su trabajo.[13]

Cuarta Iniciación

Entre la tercera Iniciación y la cuarta hay ese torbellino de silencio, en donde el discípulo cuelga solo en el vacío con nada en la tierra para confiar, nada que mirar al cielo, ningún amigo de cuyo corazón depender - incluso la visión del Supremo velado y obscurecido. Es simbolizada por la agonía en el Jardín, donde el corazón humano grita "Si fuese posible, deja pasar esta copa", e incluso el humano se levantará, fuerte en renunciación: "No obstante, que se haga Su voluntad y no la mía".[14]

El logro de esta Iniciación se dice que envuelve la prueba más dura en el sendero, después de la que viene el premio de la ultima iniciación que lo hace un [Mahatmas y Adeptos|[Maestro de Sabiduría]]. A veces es comparado con la crucifixión y resurrección de Jesús:

El pasa adelante a través de los niveles de la Pasión; ve su amada huida; se ve a sí mismo traicionado, negado, rechazado, hasta que al final, tras cruzar la agonía, él es detenido por todos los hombres que se mofan, por todos los hombres que desprecian; no ve al final ningún amigo, sino sólo un ruedo de enemigos triunfantes; escucha la pulla: “El salvó a otros; él mismo no se puede salvar" - la más profunda verdad de todas; terminante al final el grito del corazón roto: “Mi Dios, mi Dios, ¿porqué me abandonas?" y en la más extrema soledad se encuentra a sí mismo por siempre jamás; soltando el Dios fuera de él, encuentra el Dios dentro. Por que cuando adviene la gran obscuridad, y nada se puede ser visto, entonces se eleva la luz del Espíritu en el corazón humano, y entonces a través de la obscuridad son escuchadas las últimas palabras del éxito triunfante: “retumban de la multitud reunida de Hombres hechos perfectos y de los Ángeles, cuando ha finalizado la gran prueba, y la agonía de la cruz ha pasado.[15]

El también tiene que experimentar por un momento la condición llamada Avichi, que significa “el sin oleada", aquello que está sin vibración. El estado de Avichi no es, como ha sido popularmente supuesto, un tipo de infierno, sino que es una condición en la cual el hombre está absolutamente solo en el espacio, y se siente apartado de toda vida, incluso de la del Logos; y es sin duda la mayor y la más horrible experiencia que sea posible tener para cualquier ser humano. Se dice que dura solo un momento, sin embargo para aquellos que lo sintieron es un horror supremo que pareció durar una eternidad, porque a ese nivel el tiempo y el espacio no existen. Esa espantosa prueba tiene, yo creo, dos objetos - -primero, que el candidato pueda ser capaz de simpatizar completamente con aquellos para quienes Avichi adviene como resultado de sus acciones; y segundo, que el pueda aprender a separarse absolutamente de cualquier cosa externa, triunfante en su absoluta certeza que el es uno con el Logos y que esta abrumadora consternación, causada por la sensación de aislamiento de él, no es nada más que una ilusión y tentación. Algunos han colapsado antes de esta terrible prueba, y han tenido que volver y empezar de nuevo su escalada hacia la elevada Iniciación; pero para el hombre que resiste firme a través de esta horrible pesadilla es en realidad una maravillosa experiencia. . .[16]

La cuarta iniciación tiene dos marcados aspectos opuestos- - uno de derrota y otro de victoria:


Esta iniciación difiere de todas las otras en que tiene este extraño doble aspecto de sufrimiento y victoria... Siempre en este nivel hay sufrimiento, físico, astral y mental; existe siempre la condenación por el mundo, y el aparente fracaso; siempre hay el espléndido triunfo en los planos superiores-- los cuales, sin embargo, permanecen desconocidos para el mundo externo. El tipo peculiar de sufrimiento invariablemente que acompaña esta Iniciación quita todos los rezagos de karma que puedan aún resistirse en el camino del Iniciado; y la paciencia y la alegría con la que el que las aguanta tienen gran valor en el reforzamiento de su carácter, y ayuda a determinar la extensión de su utilidad en el trabajo que se halla ante él.[17]

Considerando la realidad detrás del símbolo de "Resurrección", C. W. Leadbeater dijo:

Es imposible para nosotros describir esa resurrección; todas las palabras que podamos emplear parecen empañar su esplendor, y todo intento de descripción parecen casi una blasfemia, pero esto se puede decir, que se ha obtenido un completo triunfo por sobre todos los sufrimientos, problemas y dificultades, tentaciones y pruebas, y son suyas por siempre porque han sido conquistadas por el conocimiento y fuerza interna.[18]

El logro obtenido en esta Iniciación es la entrada en el plano átmico--Nirvāṇa:

Durante los niveles siguiendo la primera, segunda y tercera Iniciaciones el candidato esta desarrollando gradualmente la conciencia búdica; pero en la cuarta Iniciación, él entra en el plano nirvánico, y de ahí en adelante él está comprometido en escalar constantemente a través de ése, o mejor a través de la división de éste, consistente de sus cinco sub-planos inferiores, en el que ha estado el ego humano. Esta iniciación es en una forma el punto medio, como se dice usualmente esas siete vidas están ocupadas en el término medio en tiempos normales entre la primera y la cuarta Iniciaciones, y siete vidas también entre la cuarta y la quinta; pero estos cálculos están sujetos a gran reducción o crecimiento, como he dicho antes, y la actual cantidad de tiempo empleado en la mayoría de los casos no es demasiado, debido generalmente a que las vidas son tomadas en sucesión inmediata, sin interludios en al mundo-celestial.[19]

Quinta Iniciación

La quinta Iniciación, ésa del Adepto [es] el último paso que lo hace Superhumano--Asekha, como el Budismo Lo llama, porque El no tiene nada más que aprender, y ha agotado las posibilidades del reino humano de la naturaleza; Jivanmukta, como hablan los Indues de El, una alma liberada, un ser libre, libre no por una independencia separada, sino porque Su voluntad es una con la Voluntad Universal, aquella del Uno sin segundo. El está siempre en la luz del Nirvana, incluso en Su conciencia despierta, si eligiera permanecer en la tierra en un cuerpo físico, y cuando esté fuera de ese cuerpo El se eleva cada vez más alto hacia el plano Monádico, alrededor no solamente de nuestras palabras sino de nuestro pensamiento.[20]

Online resources

Articles

Books

  1. Helena Petrovna Blavatsky, The Theosophical Glossary (Krotona, CA: Theosophical Publishing House, 1973), 156.
  2. Annie Besant, Initiation. The Perfecting of Man, (Chicago: The Theosophical Press, 1923), 90-91.
  3. Helena Petrovna Blavatsky, The Secret Doctrine vol. I, (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1993), 206.
  4. Annie Besant, Initiation. The Perfecting of Man, (Chicago: The Theosophical Press, 1923), 92.
  5. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 180.
  6. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 182.
  7. Annie Besant, Initiation. The Perfecting of Man, (Chicago: The Theosophical Press, 1923), 96-97.
  8. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 187.
  9. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 189.
  10. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 187-188.
  11. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 190.
  12. Annie Besant, Initiation. The Perfecting of Man, (Chicago: The Theosophical Press, 1923), 98.
  13. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 191.
  14. Annie Besant, Initiation. The Perfecting of Man, (Chicago: The Theosophical Press, 1923), 99.
  15. Annie Besant, Initiation. The Perfecting of Man, (Chicago: The Theosophical Press, 1923), 99-100.
  16. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 195.
  17. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 196.
  18. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 197.
  19. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 193.
  20. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), 205-206.