Prana

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Prana (devanāgarī: प्राण prāṇa) es la palabra Sanskrita para "vida, vitalidad" (de la raiz prā). En la filosofía Vedantica, prana es la noción de una fuerza vital y sustentadora de la vida de los seres vivos y de la energía vital, comparable a la noción china de Qi. En los seres humanos, fluye a través de una red de finos canales sutiles llamados nāḍis. En la literatura Teósofica prāṇa es el tercer (a veces segundo) principio en el ser humano, generalmente se le denomina "principio de vida" o "principio vital."

Concepto teosófico general

Mme. Blavatsky postula "la existencia de una “FUERZA VITAL” distinta en cada organismo independiente de cualquier proceso "físico o químico".[1]Ella identificó esta fuerza con prāṇa, el "Principio de Vida, el aliento de vida".[2]

Aunque es normalmente considerado como el segundo principio en el ser humano, estrictamente hablando no es humano, sino un principio universal:

"Prana," o "Vida," es, estrictamente hablando, la fuerza o Energía radiante de Atma -- como la Vida Universal y el UNICO SER, -- SU aspecto más bajo o más bien (en sus efectos) más físico, porque se manifiesta. Prana o Vida impregna todo el ser del Universo objetivo; y se le llama "principio" sólo porque es un factor indispensable y el deus ex machina del hombre vivo.[3]

Aunque el estudiante ya no puede mirar a Prâna como uno de los Siete Principios, debido a que es Vida Universal, no debe olvidar que vivifica todo, como energía Pránica. Cada Principio es una diferenciación de Jiva, y el motor vital en cada uno es Prana, “el Aliento de Vida.” Es Nephesh: y Jîva se convierte en Prana sólo cuando el niño nace. . . . Por ejemplo, una esponja puede estar sumergida en un océano; el agua del interior de la esponja puede compararse con Prâna; el agua de afuera es Jiva. Prâna es el principio motor de la vida. El Cuerpo abandona Prâna, Prâna no lo abandona. Si se saca la esponja del agua, se seca, lo que simboliza la muerte.[4]

Se dice que la actividad del prana en los seres humanos es Septenario, como cualquier otra cosa en el universo:

Porque Prana (o vida) tiene, estrictamente hablando, dos vehículos . . . Linga-Sarîra, o cuerpo astral, es el vehículo del principio de vida, o vida espiritual; mientras que Kâma-rûpa es el vehículo de la esencia física o material. En otras palabras, los tres principios más elevados del septenario de Prâna residen en el cuerpo astral, mientras que los cuatro principios inferiores tienen su asiento en Kâma-rûpa. . . . Por lo tanto, como Kâma-rûpa es el vehículo más grosero de esa forma, que Prâna el cuerpo astral tiene, es el vehículo del espíritu del principio-de vida, porque está conectado con los principios más elevados de la triada y no con el cuaternario.[5]

Punto de vista de Leadbeater

Leadbeater habló de un "glóbulo de vitalidad" compuesto por siete átomos cargados con prāna, que el clarividente ve como de diferentes colores (violeta, azul, amarillo, verde, rosa, naranja). Cuando el glóbulo es absorbido por el cuerpo, se descompone en el bazo en sus siete átomos originales y se producen cinco corrientes o rayos diferentes (azul violeta, amarillo, verde, rosa y rojo anaranjado). Estas corrientes fluyen a través de los diferentes chakras y circulan alrededor del cuerpo, dando energía a los diversos órganos.[6] Leadbeater asocia las cinco corrientes con los cinco prānas en el hinduismo de la siguiente manera: Prāna (amarillo), Apāna (naranja-rojo), Udāna (violeta-azul), Samāna (verde), y Vyāna (rosa).[7]

Vidas de fuego

Prana también ha sido identificada con las "Vidas de fuego". Mme. Blavatsky escribió en La Doctrina Secreta:

El Fuego solo es UNO, en el plano de la Realidad Una: en el del ser manifestado, por lo tanto ilusorio, sus partículas son vidas de fuego que viven y existen a expensas de cualquier otra vida que consumen. Por eso se les llama “DEVORADORES”. . . “Todo lo visible en este Universo fue construido por tales VIDAS, desde el hombre primordial consciente y divino hasta los agentes inconscientes que construyen la materia.”[8]

Se podría suponer que estas “vidas de fuego” y los microbios de la ciencia son idénticos. Esto no es verdad. Las “vidas de fuego” son la séptima y más alta subdivisión del plano de la materia, y se corresponden en el individuo con la Vida Única del Universo, aunque sólo en ese plano. Los microbios de la ciencia son la primera y más baja subdivisión del segundo plano: el del prana material (o vida). El cuerpo físico del hombre sufre un cambio completo de estructura cada siete años, y su destrucción y preservación se deben a la función alterna de las vidas de fuego como “destructoras” y “constructoras”. Son “constructoras” al sacrificarse en forma de vitalidad para frenar la influencia destructiva de los microbios y, al suministrarles lo necesario, los obligan bajo esa restricción a construir el cuerpo material y sus células. Son “destructoras” también cuando se elimina esa restricción y se deja que los microbios, desprovistos de energía constructiva vital, se desenfrenen como agentes destructivos. Así, durante la primera mitad de la vida de un hombre (los primeros cinco períodos de siete años cada uno), las “vidas de fuego” participan indirectamente en el proceso de construcción del cuerpo material del hombre; la vida está en la escala ascendente y la fuerza se utiliza en la construcción y el aumento. Una vez pasado este período, comienza la era del retroceso y, cuando la obra de las “vidas de fuego” agota sus fuerzas, también comienza la obra de destrucción y disminución.[9]

En su libro El hombre septenario, Jerome A. Anderson escribió:

El cuerpo humano, entonces, está formado por innumerables huéspedes de moléculas sintetizadas en células por unidades de conciencia que tienen su existencia normal en el plano molecular. Estos últimos obtienen su energía y vitalidad de aquellas que la "Doctrina Secreta" llama "vidas de fuego", es decir, de la "materia mundial" eléctrica, casi homogénea, que representa el amanecer de la diferenciación cósmica y cuyo centro de energía es el sol. Las energías infinitamente activas de estas vidas de fuego, que irradian como lo que reconocemos como luz, calor, electricidad, fuerza vital, etc., son interceptadas y dirigidas o sintetizadas para construir cuerpos moleculares por unidades de conciencia que descienden al plano molecular. La acción es similar a la del constructor de molinos que aprovecha la corriente de agua que fluye para dirigirla a través de las ruedas de su turbina para mover su maquinaria.[10]

Si bien la fuerza del ciclo descendente de una entidad reencarnada es suficiente para controlar en una secuencia ordenada la acción de las vidas de fuego, sin embargo, cuando ese ciclo comienza a menguar, la fuerza se relaja y, de ser "constructoras", estas ahora se convierten en "destructoras"; y sus energías, que ya no están controladas por el "elemental" que sintetiza el cuerpo humano, son aprovechadas por innumerables parásitos o "microbios" que lo infestan y utilizados para finalmente romper la forma que las mismas energías construyeron originalmente. [11]

La opinión de Annie Besant

Annie Besant habló sobre dos tipos de vitalidad que ella llamó "Vitalidad Automática" y "Vitalidad Energizante". La primera está mediada por "vidas invisibles infinitesimales [que] componen los átomos de los cuerpos",[12] mientras que esta última está regulada por las "Vidas de Fuego" superiores. En sus propias palabras:

Estas “vidas” [infinitesimales invisibles] que, separadas e independientes, son los diminutos vehículos de la Vitalidad Automática, agregadas forman las moléculas y células del cuerpo físico, y entran y salen durante todos los años de vida corporal, formando así un puente continuo entre el hombre y su entorno. Controlándolas están las “Vidas de Fuego”, la Vitalidad Energizante, que las constriñen a su trabajo de construir las células del cuerpo, para que funcionen armoniosamente y en orden, subordinadas a la manifestación superior de la vida en el organismo complejo llamado Hombre. Estas Vidas de Fuego en nuestro plano corresponden, en esta función controladora y organizadora, con la Vida Única del Universo, y cuando ya no ejercen esta función en el cuerpo humano, las vidas inferiores corren desenfrenadas y comienzan a descomponer el cuerpo hasta ahora definitivamente organizado.[13]

La Vitalidad Energizante ejerce su fuerza controladora y coordinadora a través del Liṅga-śarīra hasta que en la Muerte este último rompe su conexión con el cuerpo físico y se retira de él.

En el hinduismo

Según la filosofía hindú existen cinco pranas o corrientes vitales que sostienen los procesos fisiológicos.[14] Son:

Prāṇas
Nombre Función
prana Latidos del corazón y respiración. Prana ingresa al cuerpo a través de la respiración y se envía a cada célula a través del sistema circulatorio.
apana Eliminación de productos de desecho del organismo a través de los pulmones y los sistemas excretores.
Uḍāna Producción de sonido a través del aparato vocal, como al hablar, cantar, reír y llorar.
Samāna Todos los procesos metabólicos desde la digestión de los alimentos hasta el metabolismo celular. Samana también incluye los procesos de regulación del calor del cuerpo.
Vyāna Expansión y contracción del sistema cardiovascular y músculos en general.

Recursos en línea

Artículos

Notas

<referencias/>

  1. Helena Petrovna Blavatsky, Collected Writings vol. XII (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1980), 136.
  2. Helena Petrovna Blavatsky, The Theosophical Glossary (Krotona, CA: Theosophical Publishing House, 1973), 260.
  3. Helena Petrovna Blavatsky, Key to Theosophy, (Londres: Theosophical Publishing House, 1987), 176.
  4. Helena Petrovna Blavatsky, Collected Writings, vol. XII (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1980), 707.
  5. Michael Gomes (transcriber), Comentarios de la Doctrina Secreta (The Hague: I.S.I.S. foundation, 2010), 493-494.
  6. Charles Webster Leadbeater, The Chakras (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1987), 53-54.
  7. Charles Webster Leadbeater, The Chakras (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1987), 61.
  8. Helena Petrovna Blavatsky, La Doctrina Secreta vol. I, (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1993), 249-250.
  9. Helena Petrovna Blavatsky, La Doctrina Secreta, vol. I, (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1993), 262-263.
  10. Jerome A. Anderson, El Hombre Septenario: O El Microcosmos del Macrocosmos' ', (San Francisco, CA: The Lotus Publishing Company, 1895), 29.
  11. Jerome A. Anderson, El hombre septenario: o el microcosmos del macrocosmos, (San Francisco, CA: The Lotus Publishing Company, 1895), 29-30.
  12. Helena Petrovna Blavatsky, La Doctrina Secreta vol. I, (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1993), 261.
  13. Annie Besant, Muerte--Y ¿Después?, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1991), 15.
  14. Rammurti S. Mishra, Yoga Sutras: The Textbook of Yoga Psychology (Nueva York: The Julian Press Inc., 1987), 272-273