Suicidio

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El Suicidio (del latín suicidium, de sui caedere, "suicidarse") es el acto de causar intencionalmente la propia muerte. Desde el punto de vista teosófico, una persona que se suicida en realidad no se quita la vida, sino que solo mata su cuerpo físico y su contraparte sutil. La persona permanece consciente, atrapada en la "atmósfera" de la tierra (kāmaloka) hasta el momento en que debía tener lugar la muerte natural. Solo entonces pueden producirse los procesos post mortem normales:

La regla es, que una persona que muere de muerte natural, permanecerá de "unas pocas horas a unos pocos años", dentro de la atracción de la Tierra, es decir, en el Kama-Loka. Pero las excepciones son, en el caso de los suicidas y los que mueren una muerte violenta en general. Por lo tanto, uno de esos Egos, por ejemplo, que estaba destinado a vivir, digamos 80 o 90 años, pero que se suicidó o murió en un accidente, supongamos que a la edad de 20 años, tendría que pasar en el Kama Loka no "unos pocos años", sino en su caso 60 o 70 años, como un Elementario, o más bien un "alma errante"; ya que, desafortunadamente para él, ni siquiera es un "cascarón". ¡Dichosas, tres veces dichosas, en comparación, son esas entidades desencarnadas, que duermen su largo sueño y viven en sueños en el seno del Espacio! [1]

Destino de los suicidas

En una de las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett, el Mahatma K.H. escribió:

Pero existe otro tipo de "Espíritus", que hemos perdido de vista: los suicidas y los muertos por accidente. Ambos tipos pueden comunicarse, y ambos tienen que pagar un alto precio por tales visitas. Y ahora tengo que explicar de nuevo lo que quiero decir. Bueno, esta clase es la que los espiritistas franceses llaman: "les Esprits Souffrants". Son una excepción a la regla, ya que tienen que permanecer dentro de la atracción de la Tierra y en su atmósfera, el Kama-Loka, hasta el último momento de lo que habría sido la duración natural de sus vidas. En otras palabras, esa ola particular de evolución de vida debe continuar hacia su orilla. [2]


Tratar de entablar comunicación con el mundo físico que dejaron a través de cualquier tipo de médium es perjudicial tanto para el alma aún ligada a la atmósfera de la Tierra como para el médium:

Pero es un pecado y una crueldad reavivar su memoria e intensificar su sufrimiento proporcionándoles la oportunidad de vivir una vida artificial; la oportunidad de sobrecargar su Karma atrayéndolos hacia las puertas abiertas, es decir, hacia los médiums y los sensitivos porque tendrán que pagar categóricamente por cada uno de esos placeres. Lo explicaré. Los suicidas, que, insensatamente esperan escapar de la vida, ven que aún se encuentran vivos, — tienen bastante sufrimiento reservado para ellos de esa misma vida. Su castigo está en la intensidad de esta última. Al haber perdido por el acto temerario sus principios séptimo y sexto, aunque no para siempre, ya que pueden recuperar ambos, en lugar de aceptar su castigo, y aprovechar sus oportunidades de redención, a menudo se los hace añorar la vida y son tentados a recuperar un control sobre esta por medios pecaminosos. En el Kama-Loka, la tierra de los deseos intensos, solo pueden gratificar sus anhelos terrenales a través de un representante vivo; y al hacerlo, cuando expira el plazo natural, generalmente pierden su mónada para siempre. [3]

Y ay de aquellos cuyo Trishna los atraerá a los médiums, y ay de estos últimos, que los tientan con un Upadana tan fácil. Porque al asirlos y satisfacer sus ansias de vida, el médium ayuda a desarrollar en ellos —es de hecho la causa de— un nuevo conjunto de Skandhas, un nuevo cuerpo, con tendencias y pasiones mucho peores que las que perdieron. Todo el futuro de este nuevo cuerpo quedará así determinado, no sólo por el Karma de demérito del conjunto o grupo anterior sino también por el del nuevo conjunto del futuro ser. Si los médiums y espiritistas tan solo supieran, como he dicho, que a cada nuevo "ángel guía" que dan la bienvenida con éxtasis, lo seducen a ir hacia un Upadana que producirá una serie de males indecibles para el nuevo Ego que nacerá bajo su sombra nefasta, y que con cada sesión —especialmente para la materialización— multiplican las causas de la miseria, causas que harán que el desafortunado Ego no logre su nacimiento espiritual, o que renazca en una existencia peor que nunca, quizás serían menos pródigos en su hospitalidad. [4]

Recursos en línea

Carta de los Mahatmas N° 68

Notas

  1. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 68 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 200.
  2. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 68 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 197. See Mahatma Letter No. 76, Page 1
  3. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 68 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 197.
  4. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 68 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 200.