Carta de los Mahatmas No. 70c
Esta es la Carta N.° 70c en Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett, 4.ª edición cronológica (en inglés). Corresponde a la Carta N.° 20c en la numeración de Barker. Ver a continuación contexto y antecedentes
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Página 1 - traducción, imagen y notas
Recibida en agosto de 1882.
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NOTAS:
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inmortal, ese sentimiento santo que es el único que sobrevive, y ¿ni el más mínimo recuerdo de ningún otro evento o escena? El amor y el odio son los únicos sentimientos inmortales, los únicos sobrevivientes del naufragio de Ye-damma, o mundo fenomenal. Imagínese entonces, en Deva-Chan con aquellos que pueda haber amado con ese amor inmortal; con las escenas familiares y borrosas relacionadas con ellos como trasfondo y, un espacio en blanco perfecto para todo lo demás relacionado con su vida interior, social, política, literaria y social. Y luego, frente a esa existencia espiritual, puramente contemplativa, de esa felicidad sin mácula que, en proporción a la intensidad de los sentimientos que la crearon, dura de unos pocos a varios miles de años, llámela el "recuerdo personal de A. P. Sinnett", si puede. ¡Terriblemente monótono! — quizás crea usted — No, en lo más mínimo — le respondo. ¿Ha experimentado monotonía durante, digamos, ese momento que consideró
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NOTAS:
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entonces y ahora aún lo considera, como el momento de mayor dicha que haya sentido? — Por supuesto que no. — Bueno allí no podrá experimentarlo, en ese paso por la Eternidad en el que un millón de años no es más largo que un segundo. Allí, donde no hay conciencia de un mundo externo, no puede haber discernimiento que marque diferencias, por lo tanto, no hay percepción de contrastes de monotonía o variedad; nada en resumen, aparte de ese sentimiento inmortal de amor y atracción por afinidad cuyas semillas se plantan en el quinto, cuyas plantas florecen exuberantemente en y alrededor del cuarto, pero cuyas raíces tienen que penetrar profundamente en el sexto principio, si ha de sobrevivir a los grupos inferiores. (Y ahora propongo matar dos pájaros de un tiro, para responder a sus preguntas y a las del Sr. Hume al mismo tiempo), recuerden, ambos, que nos creamos nuestro devachan como nuestro avitchi mientras aún estamos en la Tierra, y principalmente durante los últimos días e incluso momentos de nuestra vida intelectual y sentiente. Ese sentimiento que es el más fuerte
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