Carta del Maha Chohan

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La Carta del Maha Chohan, también conocida como la Carta del Gran Maestro, se considera la carta más importante recibida de los Mahatmas, ya que contiene las opiniones del Maha Chohan sobre la Sociedad Teosófica. La carta original ya no está disponible, pero varias personas hicieron copias de ésta. Esta transcripción sigue la copia con letra de Sinnett.

La carta, producida ca. 1881, es un resumen hecho por el Mahatma K.H. de una conversación mantenida con el Maha Chohan en referencia a algunos argumentos que A. P. Sinnett y A. O. Hume plantearon acerca de reformar la naturaleza de la Sociedad Teosófica. Para más información ver más abajo Contexto y antecedentes.

Página 1 transcripción, imagen y notas

Varias buenas razones [dadas a K.H. por el Chohan] por qué la S.T. debería ser una Hermandad de la Humanidad y para la S.T. Eclética de Simla.


Siendo la doctrina que nosotros promulgamos la única verdadera, debe —apoyada por tales evidencias como las que estamos dispuestos a dar— finalmente triunfar como cualquier otra verdad. Sin embargo, es absolutamente necesario inculcarla gradualmente, aplicando sus teorías —hechos irrefutables para quienes saben— con inferencias directas deducidas de, y corroboradas por, la evidencia que proporciona la ciencia exacta moderna. Ésta es la razón por la cual al coronel H.S.O., quien se dedica tan solo a revivir el budismo, se lo debe considerar como alguien que trabaja en el verdadero sendero de la Teosofía, mucho más que cualquier otro hombre que elija

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como objetivo la gratificación de sus propias ardientes aspiraciones por el conocimiento oculto. El budismo, despojado de sus supersticiones, es la verdad eterna, y quien lucha por esta última está luchando por la Theos-Sophia, la Sabiduría Divina, que es sinónimo de Verdad. Para que nuestras doctrinas puedan afectar en forma práctica al denominado código moral o las ideas de veracidad, pureza, abnegación, caridad, etc., tenemos que predicar y popularizar el conocimiento de la Teosofía. No es el decidido propósito individual de alcanzar el Nirvana para uno mismo (punto culminante de todo conocimiento y sabiduría absoluta) —lo que después de todo no es más que un egoísmo exaltado y glorioso— sino la búsqueda mediante el propio sacrificio del mejor medio de conducir a nuestro prójimo por el correcto sendero, y lograr que tantos de nuestros semejantes como podamos

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NOTAS:


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se beneficien por esto, lo que constituye al verdadero Teósofo.

Las fracciones intelectuales de la humanidad parecen estar rápidamente dividiéndose en dos clases: una que se prepara inconscientemente para pasar largos períodos de aniquilación temporal o estados de inconsciencia, debido a que renuncia deliberadamente a su intelecto, aprisionándolo en los estrechos surcos del fanatismo y la superstición, proceso que inevitablemente conduce a la total deformación del principio intelectual; la otra se entrega sin freno a sus tendencias animales, con la intención deliberada de someterse a la aniquilación pura y simple en caso de fracasar, a milenios de degradación tras la disolución física. Estas “clases intelectuales”, que influyen y atraen a las masas ignorantes, quienes las respetan como ejemplos nobles


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NOTAS:

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y dignos de ser imitados, degradan y arruinan moralmente a aquellos que deberían proteger y guiar. Entre la degradante superstición y el aún más degradante y brutal materialismo, la blanca paloma de la verdad apenas si tiene lugar donde reposar sus patas cansadas y no bienvenidas…

Es tiempo ya de que la Teosofía salte al ruedo; los hijos de los Teósofos tienen más probabilidad de ser Teósofos que cualquier otra cosa. Ningún mensajero de la verdad, ningún profeta, ha alcanzado un triunfo total durante su vida, ni siquiera Buda. La Sociedad Teosófica fue escogida como la piedra angular, el cimiento de la futura religión de la humanidad. Para lograr el objetivo propuesto, se decidió una comunión más amplia, más sabia y especialmente más benévola entre los más elevados y los más humildes,

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entre el Alfa y el Omega de la sociedad. La raza blanca debe ser la primera en extender una mano amiga a las naciones de piel oscura, en llamar hermano al pobre y despreciado “negro”. Esta perspectiva quizás no complazca a todos, pero no es Teósofo quien se oponga a este principio.

En vista del siempre creciente triunfo y a la vez mal uso del libre pensamiento y la libertad (Eliphas Lévi lo habría llamado el reino universal de Satán), ¿cómo se puede contener el instinto combativo natural del hombre de infringir, de manera inaudita, crueldad, atrocidad, tiranía, injusticia, etc., si no es a través de la tranquilizadora influencia de una hermandad, y de la aplicación práctica de las doctrinas esotéricas de Buda? Porque como todo el mundo sabe, la completa emancipación

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NOTAS:

  • el alfa y el omega de la sociedad se refiere a todo el rango social. Alfa y omega son la primera y última letra del alfabeto griego.

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de la autoridad de esa potencia o ley que todo lo abarca, llamada Dios por los teístas —Buda, Sabiduría Divina, Iluminación o Teosofía por los filósofos de todas las épocas— significa también la emancipación de cualquier autoridad de la ley humana. Una vez desligadas y liberadas del peso muerto de las interpretaciones dogmáticas, de los nombres personales, de las concepciones antropomórficas y de los sacerdotes asalariados, se probará que las doctrinas fundamentales de todas las religiones son idénticas en su significado esotérico, y quedará demostrado que Osiris, Krishna, Buda y Cristo no son más que distintos nombres para el único y mismo camino real hacia la dicha final: Nirvana. El cristianismo místico, es decir aquel cristianismo que enseña la auto redención por medio de nuestro séptimo principio —este Paramâtman (Augoides) liberado,

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llamado por unos Cristo, por otros Buda, y que equivale a la regeneración o renacimiento en el espíritu— encontrará exactamente la misma verdad que el Nirvana del budismo. Todos nosotros tenemos que liberarnos de nuestro propio Ego, el yo aparente e ilusorio, para reconocer nuestro Yo verdadero en una vida divina transcendental. Pero si no queremos ser egoístas, debemos esforzarnos en hacer que otros vean esta verdad, reconozcan la realidad del Yo trascendental, el Buda, el Cristo o Dios de todos los predicadores. Es por esto que incluso el budismo exotérico es el sendero más seguro para conducir a los hombres hacia la única verdad esotérica. Tal como vemos el mundo en la actualidad, ya sea cristiano, musulmán, o pagano, la justicia es ignorada, y el honor y la misericordia, lanzados a los vientos. En una palabra, ¿cómo —en vista que los principales

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objetivos de la S.T. son malinterpretados por aquellos que están más dispuestos a servirnos personalmente— habremos de tratar al resto de la humanidad, con esa maldición conocida como la “lucha por la vida”, que es el verdadero y más prolífico padre de la mayoría de las penas y aflicciones y de todos los crímenes? ¿Por qué esa lucha se ha convertido casi en el plan del universo? Nosotros respondemos: porque ninguna religión, a excepción del budismo, ha enseñado hasta ahora un desprecio práctico de la vida terrena; mientras que cada una de ellas, siempre con esta solitaria excepción, ha inculcado a través de sus infiernos y sus condenaciones el más grande pavor a la muerte. Es por esto que vemos que esta lucha por la vida se torna más ferozmente violenta en las naciones cristianas, en Europa y en América, es menos intensa en tierras paganas, y es

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casi desconocida entre los budistas. (En China durante la hambruna y donde las masas desconocen totalmente su propia religión o cualquier otra, se observó que donde hubo madres que devoraban a sus hijos fue precisamente en las localidades donde había más misioneros cristianos; donde no los había, y sólo los Bonzos eran dueños de los campos, la población moría con la mayor indiferencia.) Enseñad a la gente a ver que la vida en esta tierra, aún la más feliz, no es más que una carga y una ilusión; que no es sino nuestro propio Karma, la causa que produce su efecto, que es nuestro propio juez, nuestro Salvador en futuras vidas, y la tremenda lucha por la vida pronto perderá su intensidad. No hay cárceles en los países budistas, y el crimen es casi desconocido

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entre los budistas tibetanos. (Las observaciones que preceden no son dirigidas personalmente a Ud. y no conciernen al trabajo de la Sociedad Ecléctica de SimIa. Son solamente una respuesta a la impresión errónea en la mente del Sr. Hume acerca de que "la obra hecha en Ceylán" no es Teosofía.) El mundo en general, y en especial la cristiandad, abandonado durante dos mil años al régimen de un dios personal, tanto como a sus sistemas políticos y sociales basados en esta idea, ya han demostrado ser un fracaso.

Si los teósofos dicen: “Nada tenemos que ver con esto; las clases más bajas y las razas inferiores (las de las India, por ejemplo, según el concepto de los británicos) no pueden preocuparnos, y deben arreglárselas como puedan”, ¿qué será entonces de nuestras bellas profesiones de benevolencia, filantropía,

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reformas, etc.? ¿Son estas profesiones una farsa? Y si lo son, ¿puede nuestro sendero ser el verdadero? ¿Deberíamos acaso dedicarnos a enseñarles a unos pocos europeos, alimentados con la gordura de la tierra —muchos de ellos cargados con los dones de la ciega fortuna— el fundamento del sonido de las campanillas, de la materialización de la taza, del teléfono espiritual, de la formación del cuerpo astral; y abandonar a millones de ignorantes, pobres y despreciados, humildes y oprimidos, a que se hagan cargo de ellos mismos y de su más allá lo mejor que puedan? ¡Jamás! Antes perezca la S.T. con sus dos infortunados fundadores, a que permitamos que se convierta en nada mejor que una academia de magia, una escuela de ocultismo. Que nosotros —los devotos seguidores de ese espíritu

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encarnado del absoluto auto sacrificio, la filantropía, la bondad divina, así como de todas las más elevadas virtudes alcanzables en esta tierra de dolor, el hombre de los hombres: Gautama Buda— permitiésemos alguna vez que la S.T. represente la encarnación del egoísmo, el refugio de unos pocos sin ninguna consideración para la mayoría, es una idea extraña, hermanos míos. Entre los pocos vislumbres de los europeos acerca del Tíbet y sus jerarquías místicas de “Lamas perfectos”, existe uno que fue correctamente comprendido y descrito: “las encarnaciones del Bodhisattva, Padma Pani o Avalokitesvara y de Tsong Kapa y la de Amitabha, renunciaron al morir a la consecución de la budeidad —es decir, el summum bonum de la dicha y de la felicidad personal individual—

NOTAS:

  • Summun bonum es una expresión en latín que significa “el mayor bien”.



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para poder nacer una y otra vez para el beneficio de la humanidad”. [1] En otras palabras, ¡para poder una y otra vez estar sujetos a la miseria, aprisionados a la carne y a todos los padecimientos de la vida, siempre que por tal auto sacrificio, repetido durante largos y deprimentes siglos, ellos pudiesen llegar a ser el medio de salvación y dicha en el más allá para un puñado de hombres escogidos dentro de solo una de las muchas razas de la humanidad! ¿Y es de nosotros, los humildes discípulos de estos Lamas perfectos, de quienes se espera que permitan que la S.T. abandone su noble título —el de Hermandad de la Humanidad— para que se convierta en una simple escuela de psicología? No, no, mis buenos hermanos; hace ya demasiado tiempo que están equivocados. Entendámonos, quien no

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se sienta lo suficientemente competente como para comprender cabalmente la noble idea y para trabajar por ella, será mejor que no emprenda una labor demasiado pesada para él. Pero difícilmente exista un solo Teósofo en toda la Sociedad incapaz de ayudarla efectivamente, corrigiendo las erróneas opiniones de los de afuera, o al menos difundiendo él mismo la idea. ¡Oh! que los nobles y altruistas hombres nos ayuden efectivamente en India en esta divina tarea. Todo nuestro conocimiento, pasado y presente, no sería suficiente para recompensarlos.

Habiendo explicado nuestros puntos de vista y aspiraciones, tengo sólo unas pocas palabras que agregar. A decir verdad, la religión y la filosofía deben ofrecer la solución a todos los problemas. El hecho de que el mundo se encuentre en tal mala condición moral es una evidencia

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concluyente de que ninguna de sus religiones ni sus filosofías —aquellas de sus razas civilizadas menos que ninguna— nunca han poseído la verdad. Las explicaciones lógicas y correctas sobre el tema de los problemas de los grandes principios duales —correcto e incorrecto, bien y mal, libertad y despotismo, dolor y placer, egoísmo y altruismo— son tan imposibles para ellas hoy como lo fueron hace 1881 años. Éstas están tan lejos de la solución como siempre lo estuvieron; pero debe haber una solución consistente a estos temas en algún lugar, y si nuestras doctrinas demuestran su competencia para ofrecerla, el mundo será el primero en admitir que esa debe ser la verdadera filosofía, la verdadera religión, la verdadera luz, que ofrece la verdad y nada más que la verdad.

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Una versión abreviada del punto de vista del Chohan sobre la S.T. con sus propias palabras tal como fue dada anoche. Mi propia carta, la respuesta a la suya, llegará pronto.

NOTAS:

  • Estas palabras fueron escritas por el Mahatma K.H.


Contexto y antecedentes

Con relación al contexto de esta carta, C. Jinarajadasa escribió:

Cuando los Adeptos proclamaron el verdadero significado de Su intento de influenciar el mundo a través de la Sociedad Teosófica, el cual era conducir el mundo en dirección a un sentimiento más amplio y verdadero de fraternidad del que las religiones habían hecho hasta el momento; [Los Srs. A. P. Sinnett y A. O. Hume] informaron con franqueza a los Adeptos que no había ningún futuro para el Movimiento Teosófico en Occidente por esa vía. La única manera de convencer a las mentes pensantes de Occidente de que las ideas de los Adeptos eran dignas de ser examinadas, era, en primer lugar, realizar ciertos fenómenos bajo perfectas “condiciones de prueba”. Los científicos europeos como Huxley, Tyndall, Darwin y otros, estarían entonces dispuestos a analizar las tesis teosóficas concernientes a la vida y a la evolución. En relación con el primer objetivo de la Sociedad, de establecer una fraternidad universal, el Sr. Sinnett y el Sr. Hume dijeron que el cristianismo estuvo intentando proclamar la fraternidad durante 1880 años, sin ningún éxito; ¿por qué desperdiciar las energías de los teósofos que deseaban servir a los Adeptos empleándolas en esos canales? [2]

Notes

  1. Clements Robert Markham, Narratives of the Mission of George Bogle to Tibet. In the printed versions this quote is wrongly assigned to Rhys Davids.
  2. Curuppumullage Jinarājadāsa, Letters from the Masters of the Wisdom First Series, Notes to Letters (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1988), 131-132.