Avichi

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Avichi (devanāgarī: अवीचि, avīci) también transliterada Avitchi, es una palabra Sanskrita y Pali utilizada en Budismo que significa "sin olas". Se refiere a nivel más bajo del "infierno" (naraka), en el cual el fallecido que ha cometido fechorías graves puede renacer. Aunque en el Budismo los Infiernos son temporales, Avichi es considerado a menudo un lugar sin retorno, en donde los seres languidecen eternamente.

En la visión Teosófica Avichi no es un lugar sino un estado de miseria experimentado por aquellos que han dedicado su vida a hacer daño consciente, y como consecuencia sus egos personales han roto la conexión con la Individualidad espiritual. Este estado no sólo es experimentado después de la muerte, sino que puede continuar en el plano físico en una nueva encarnación como una persona sin alma, llevando una vida llena de tristeza, volviéndose cada vez mas animal a medida que el tiempo pasa. La personalidad es aniquilada, después de una o muchas encarnaciones.

En Budismo

En Teosofía

Avichi es definida por Mahatma K.H. como "la perfecta antítesis de Devachan — vulgarizada por las naciones Occidentales hacia el Infierno y Cielo."[1] En un sentido similar, Mme. Blavatsky escribió: "Hay un Avichi, llamado debidamente Infierno, sin embargo no tiene conexión con, o similitud al, Infierno Cristiano, ni geográficamente ni psicológicamente."[2] Según ella, Avichi no es infierno como lugar sino como "un estado y una condición, y las torturas allí son todas mentales".[3]

Una descripción general de este estado fue dado como:

Avichi es un estado espiritual de mayor miseria reservado para aquellos que han dedicado conscientemente sus vidas para hacer daño a otros y han alcanzado así su más alta espiritualidad del MAL.[4]

Avîtchi (Sk.). Un estado: no necesariamente sólo después de la muerte o entre dos nacimientos, porque esto también puede ocurrir en la tierra. Lit., “infierno ininterrumpido”. El último de los ocho infiernos, se nos dice, “donde el culpable, muere y nace sin interrupción--pero no sin esperanza de redención final”. Esto es porque Avitchi es otro nombre para Mialba (nuestra tierra) y también un estado al que algunos hombres desalmados son condenados en este plano físico.[5]

La Tierra, o, vida terrestre más bien, es el único Avichi (Infierno) que existe para los hombres de nuestra humanidad en este globo. Avichi es un estado, no un lugar––una contraparte de Devachan. Tal estado sigue al “Alma” donde quiera que vaya, ya sea en Kâma-Loka, como una semi-consciencia “fantasma” o en un cuerpo humano, cuando renace para sufrir Avichi. Nuestra filosofía no reconoce ningún otro infierno.[6]

Separación del ego superior

El estado de avitchi empieza cuando el cuaternario inferior, debido a la ausencia absoluta de espiritualidad, pierde su conexión con el alma humana o ego superior. La persona se vuelve entonces una entidad "sin alma", que es, un cuaternario inferior que retiene sólo el aspecto más personal del alma (kama-manas) pero pierde toda conexión con el ego superior. Esta entidad sin alma está destinada a sufrir aniquilación tarde o temprano:

El “alma” personal en este caso––a saber, en la de quien nunca ha tenido un pensamiento ajeno al yo animal, sin tener nada que transmitir al yo Superior, o agregar a la suma de experiencias de encarnaciones pasadas que sus recuerdos deben preservar por la eternidad––esta alma personal se separa del Ego. No puede injertar nada del Ser en ese tronco eterno cuya sabia arroja millones de personalidades, como tantas hojas de sus ramas, hojas que se marchitan y mueren y caen al final de su temporada. Estas personalidades brotan, florecen y expiran, algunas sin dejar un rastro detrás, otros después de mezclar su propia vida con la del tallo padre. Son las “almas” de la primera clase las que están condenadas a la aniquilación, o Avichi.[7]

While yet in the body which has lost its higher “Soul” through its vices, there is still hope for such a person. He may be still redeemed and made to turn on his material nature; in which case either an intense feeling of repentence, or one single earnest appeal to the Ego that has fled, or best of all, an active effort to mend one’s ways, may bring the Higher Ego back again. The thread or connection is not altogether broken, though the Ego is now beyond forcible reach, for “Antaskarana is destroyed,” and the personal Entity has one foot already in Myalba [the earth]; but it is not yet beyond hearing a strong spiritual appeal. There is another statement made in Isis Unveiled (loc. cit.) on this subject. It is said that this terrible death may be sometimes avoided “by the knowledge of the mysterious NAME, the ‘WORD.’ What this “WORD” (which is not a “Word” but a Sound) is, you all know. Its potency lies in the rhythm or the accent. This means simply that even a bad person may, by a study of the Sacred Science, be redeemed and stopped on the path of destruction. But unless he is in thorough union with his Higher Ego, he may repeat it, parrot-like, ten thousand times a day, and the “Word” will not help him. On the contrary, if not entirely at one with his higher Triad it may produce quite the reverse of a benificent effect, the “Brothers of the Shadow” using it very often for malicious objects; in which case it awakens and stirs up only the evil, material elements of nature. But if one’s nature is good, and sincerely strives towards the HIGHER SELF, which is that “Aum,” through one’s Higher Ego, which is its third letter (Buddhi being the second), there is no attack of the Dragon Apophis which it will not repel.[8]

  1. Vicente Hao Chin, Jr., Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett en secuencia cronológica No. 68 (Quezon City: Editorial Teosófica, 1993), 359.
  2. Helena Petrovna Blavatsky, Escritos Recopilados vol. XII (Wheaton, IL: Editorial Teosófica, 1980), 622.
  3. Helena Petrovna Blavatsky, Escritos Recopilados vol. IX (Wheaton, IL: Editorial Teosófica, 1974), 136.
  4. Helena Petrovna Blavatsky, Escritos Recopilados vol. VII (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1987), fn, 635.
  5. Helena Petrovna Blavatsky, Glosario Teosófico (Krotona, CA: Editorial Teosófica, 1973), 45.
  6. Helena Petrovna Blavatsky, Escritos Recopilados vol. XII (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1980), 637, fn.
  7. Helena Petrovna Blavatsky, Escritos Recolectados vol. XII (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1980), 635.
  8. Helena Petrovna Blavatsky, Collected Writings vol. XII (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1980), 638-639.