Kama-Loka

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Kama-Loka es una palabra Sánscrita compuesta de kāma (काम), "deseo" y loka (लोक), "lugar". H. P. Blavatsky la definió como sigue:

Kamaloka (Sk.). El plano semi-material, para nosotros subjetivo e invisible, donde las “personalidades”, las formas astrales, llamadas Kamarupa, permanecen, hasta que se desvanecen por el completo agotamiento de los efectos de los impulsos mentales que crearon estos eidelons de los deseos y pasiones humanas y animales; (Ver “Kamarupa”.) Es el Hades de los Antiguos Griegos y el Amenti de los Egipcios, el país de las Sombras Silenciosas; una división del primer grupo de la Trailôkya. (Ver “Kamadhâtu”.)[1]

Kāmaloka es la etapa que precede al devachán (o avitchi en el caso de la personalidad malvada):

Kama-Loka, entonces, en el gran Chiliocosmos, una vez despertado de su letargo del Post-Mortem las nuevas "Almas" removidas van todas (excepto los cascarones) de cuerdo con sus atracciones, bien a Devachan o a Avitchi.[2]

Descripción General

Kama-loka. . . Es una localidad astral, el limbo de la teología escolástica, el Hades de los antiguos y, estrictamente hablando, una localidad sólo en un sentido relativo. No tiene área ni límite definidos, sino que existe dentro del espacio subjetivo; es decir, está más allá de nuestras percepciones sensoriales. Todavía existe, y es allí donde los eidolones astrales de todos los seres que han vivido, incluidos los animales, esperan su segunda muerte.[3]

Toda entidad cuádruple desencarnada recién - si murió de muerte violenta o natural, de un suicidio o accidente, mentalmente sana o enferma, jóven o vieja, buena, mala o indiferente - pierde en el momento de la muerte todo recuerdo, es mentalmente aniquilado, duerme su sueño akásico en el kama-loka.[4]

Durante la vida la Mente Inferior actúa a través de este Kama-Rupa, de este modo se contacta con la Sthula-Sarira; por eso se dice que la Mente Inferior es "entronizada en Kama-Rupa". Después de la muerte anima por un tiempo el Kama-Rupa, hasta que la Triada Superior, habiendo reabsorbido al Manas Inferior, o tal porción de él que pueda reabsorber, pasa al Devachán. . . El Kama-Rupa eventualmente se rompe, y dejando en Kama-Loka los Elementales Tánicos, la porción restante entra en los animales.[5]

Duración

En Cartas de los Mahatmas el tiempo de permanencia en la Kāmaloka no es muy largo:

Este estado dura desde unas pocas horas (rara vez menos), hasta días, semanas, meses - algunas veces años. Todo esto de acuerdo con la entidad, el estado mental en el momento de la muerte, al carácter de su muerte, etc.[6]

Pero la señora Blavatsky afirmó que la duración normal es mucho más larga:

Durante la vida, el Manas Inferior actúa a través de este Kama-Rupa, y así entra en contacto con el Sthula-Sarira; por eso se dice que el Manas Inferior está "entronizado en Kama-Rupa". Después de la muerte, anima al Kama-Rupa por un tiempo, hasta que la Tríada Superior, habiendo reabsorbido el Manas Inferior, o la porción de él que pueda reabsorber, pasa al Devachan. El período normal durante el cual cualquier parte de la conciencia permanece en Kama-Loka, es decir, está conectada con Kama-Rupa, es de ciento cincuenta años. El Kama-Rupa finalmente se desintegra y, dejando en Kama-Loka a los Elementales Tánicos, sus porciones restantes se convierten en animales.[7]

Suicidios y accidentes

La regla es, que una persona que muere de muerte natural, permanecerá de "unas pocas horas a varios cortos años," dentro de la atracción terrenal, es decir, en el Kama Loka. Sin embargo las excepciones son, en el caso de suicidios y aquellos que mueren de una muerte violenta en general. Por eso, uno de esos Egos, por ejemplo, quien estaba destinado vivir — digamos 80 o 90 años, pero o que se suicidó o fue muerto por algún accidente, supongamos a la edad de 20 - tiene que pasar en el Kama Loka no "unos pocos años," sino en su caso, 60 o 70 años, como un Elementario, o más bien un "caminante de la tierra"; ya que ni siquiera es, desafortunadamente para él, un "cascaron." ¡Felices, tres veces felices, en comparación, son esas entidades incorpóreas, que duermen su largo sueño y viven en sueños en el seno del Espacio![8]

Cascarones

Cascaron es un termino técnico usado en Teosofía para referirse a remanentes físicos dejados atrás por un Ego cuando entra en el Devachán, que consiste en el cuarto principio y el aspecto personal del quinto principio. H. P. Blavatsky definió como sigue:

Cascarones. Un nombre kabalístico para los fantasmas de la muerte, los “espiritus” de los espiritualistas, figurando en los fenómenos físicos; llamados así debido a que son simplemente formas ilusorias, vacías de sus principios superiores.[9]

Una vez que el periodo de gestación se acabó, la duada inferior se queda atrás en el Kāmaloka:

Los principios inferiores son como bestias salvajes, y el Manas Superior es el hombre racional que los domestica y somete mas o menos exitosamente. Pero una vez que el hombre se libera de su maestro que lo tenía en sujeción; apenas ha dejado de escuchar su voz y verlo entonces parte nuevamente a la selva y a su antigua guarida. Sin embargo, a un animal le toma algún tiempo regresar a su estado original y natural, pero estos principios inferiores o "espectros" regresan instantáneamente, y tan pronto como la Tríada superior entra en el estado Devachánico, la Duada inferior vuelve a ser aquello de lo que era al principio, un principio dotado de instinto puramente animal, hecho aún más feliz por el gran cambio.[10]

Aunque faltan los Principios superiores, estos cascarones pueden mostrar una semejanza de auto consciencia:

Aquello que permanece, después de la separación de los principios superiores de los inferiores el proceso de morir está completo, consta del cuarto principio y las partes inferiores del quinto. Ésta, el alma animal, tiene todavía una conciencia propia más o menos confusa, y sus acciones se parecen a las de una persona que camina dormida. Tiene también un resto de voluntad, en estado más o menos latente. Pero como los principios superiores han dejado esto, la voluntad ya no se guía por consideraciones morales y no puede ejercitarse de otra manera que siguiendo sus atractivos. Sus pasiones inferiores, los deseos animales y las atracciones materiales, aún permanecen, y en la misma proporción en que hayan sido más o menos desarrolladas, alimentadas o fortificadas durante la vida terrenal, en la misma proporción actuarán más o menos poderosamente después de la muerte del cuerpo físico.[11]

E incluso los cascarones de aquellos hombres buenos cuya página no se encontrará perdida en el gran Libro de las Vidas en el umbral del Gran Nirvana, incluso ellos recuperarán su recuerdo y una apariencia de autoconciencia, sólo después de los principios sexto y séptimo. con la esencia del 5º (este último tiene que proporcionar el material incluso para ese recuerdo parcial de la personalidad que es necesario para el objeto en Devachán) - han pasado a su período de gestación, no antes.[12]

Una declaración interesante en las Cartas de los Mahatmas conecta la "individualidad" ilusoria de los cascarones con una enseñanza Budista básica:

La "herejía de la individualidad" es una doctrina propuesta por Tathagatha con la vista puesta en el Cascaron.[13]

Estos cascarones son muchas veces las entidades que son canalizadas por los videntes, y aunque sus palabras puedan mostrar algún conocimiento, es sólo una repetición mecánica de lo adquirido en la vida:

El cascaron de una inteligencia elevada, erudito, pero absolutamente no espiritual de un hombre que murió de muerte natural, durará más y la sombra de su propia memoria ayudará — esa sombra que es el desperdicio del sexto principio que queda en el quinto — puede pronunciar discursos a través de oradores en trance y repetir, como un loro, lo que sabía y pensaba mucho sobre ello durante su vida.[14]

Todo esto se ha hecho muchas veces con la ayuda de Elementales:

Los elementales entran en todos ellos y, por lo tanto, obtienen una personalidad e inteligencia ficticias que son enteramente propiedad del cascaron. Galvanizan el cascaron para que entre en acción y, por medio de él, pueden ver y oír como si fueran ellos mismos, como nosotros. Los cascarones son, en este caso, como un cuerpo humano sonámbulo. Por costumbre exhibirán el avance que obtuvieron mientras estaban en la carne. Como ya sabes, algunas personas no imparten a sus moléculas corporales el hábito de sus mentes en la misma medida como otras. Vemos así por qué las expresiones de estos llamados "espíritus" nunca están por delante del punto más alto de progreso alcanzado por los seres humanos vivos, y por qué adoptan las ideas elaboradas día a día por sus devotos.[15]

Los cascarones de personas muy egoístas y materialistas se vuelven entidades peligrosas:

[Los] casos de hechiceros medio exitosos, de personas muy malvadas apasionadamente apegadas al Yo, ofrecen un peligro real para los vivos. ¡Estos mismos cascarones materialistas, cuyo último pensamiento agonizante fue el Yo, —Yo, —Yo—y vivir, vivir! a menudo lo sentirán instintivamente. Lo mismo ocurre con algunos suicidios, aunque no con todos. Lo que sucede entonces es terrible porque se convierten en un caso de licantropía post mortem. El cascaron se aferrará tan tenazmente a su apariencia de vida que buscará refugio en un nuevo organismo en cualquier bestia (en un perro, una hiena, un pájaro cuando no haya ningún organismo humano cerca) en lugar de someterse a la aniquilación. >Vicente Hao Chin, Jr., Las cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett en secuencia cronológica No. 93b (Quezón City: Theosophical Publishing House, 1993), 330-331.</ref>

De acuerdo con C. W. Leadbeater

C. W. Leadbeater distinguió dos tipos diferentes de cascarones, uno de los que él llamó "Sombra" y la otra "Cascarón". El explicó la naturaleza de las Sombras como sigue

El hombre ordinario, sin embargo, por lo general se deja esclavizar tan lamentablemente por todo tipo de deseos viles que una cierta porción de esta mente inferior se entreteje estrechamente con el cuerpo de deseos, y cuando la separación tiene lugar al final de su vida astral, el principio mental ha, por así decirlo, sido desgarrado, quedando la porción degradada dentro del cuerpo astral en desintegración. . . . Así surge la clase de entidad que, ha sido llamada "La Sombra", una entidad, obsérvese, que no es en ningún sentido el individuo real, pues ha fallecido al mundo celestial; sin embargo, no sólo muestra su apariencia personal exacta, sino que posee su memoria y todas sus pequeñas idiosincrasias y, por lo tanto, puede ser confundida fácilmente con él, como ocurre frecuentemente en las "sesiones de espiritismo".[16]

El definió el cascaron como sigue:

Esto es absolutamente el mero cadáver astral en las etapas posteriores a su desintegración, cada partícula de la mente lo ha abandonado. Está totalmente sin ningún tipo de consciencia o inteligencia y flota pasivamente sobre las corrientes astrales, tal como una nube podría ser arrastrada en cualquier dirección por una brisa pasajera; pero aun así puede verse galvanizado durante unos momentos hasta convertirse en una vida espantosamente burlesca si se pone al alcance del aura de un médium. En tales circunstancias, todavía se parece exactamente a su personalidad fallecida en apariencia, e incluso puede reproducir hasta cierto punto sus expresiones o escritura familiares, pero lo hace simplemente por la acción automática de las células que lo componen, que tienden, bajo estimulación, a repetir la forma de acción a la que están más acostumbrados. Cualquier cantidad de inteligencia que pueda haber detrás de tal manifestación no tiene conexión con el hombre original, sino que el médium o sus "guías" la prestan para la ocasión.[17]

Según Annie Besant

En algunas de las nomenclaturas anteriores estaban los fantasmas de "dos principios", seres que todavía están trabajando en el doble etérico físico, con una mezcla de materia astral inferior que envuelven y paralizan en gran medida. Entre ellos se incluyen un tipo de "conchas"; es decir, siguen viviendo activamente durante un tiempo después de que el hombre mismo los haya abandonado.

Pensemos por un momento en lo normal que sucede en el plano astral después de la muerte, cuando el cuerpo astral se asienta en sus diversas densidades, las capas concéntricas de las que tan a menudo se habla. Ahora el fantasma tiene uno o dos de estos en conexión con el doble etérico. Estos son los seres que automáticamente repiten lo que había sido el pensamiento dominante durante el período de su vida sobre la tierra. No originan ningún pensamiento nuevo; allí no hay nada que originar, porque los cuerpos emocional y mental no están presentes. Son meras formas animadas, vivificadas con lo que podríamos llamar un recuerdo de la vida pasada en la tierra, y que repiten una y otra vez las acciones e impulsos más materiales que los dominaron durante su vida terrenal. A menos que esa dominación hubiera tenido lugar, no habría habido esta etapa en ningún grado después de la muerte. El doble etérico se dispersaría tan rápidamente, las capas inferiores se romperían tan rápidamente al no estar vitalizadas, que habría habido una mera fase pasajera sin importancia alguna. El hombre continúa y estos se quedan atrás, flotando y sin importancia.

Estos son los seres que muy a menudo asustan a la gente que son hasta cierto punto psíquicos. Lo que queda de consciencia es mero hábito de la porción más baja del cuerpo astral, la peor parte. Es la parte mas antagonista de la vida humana; y una razón por la que no deberías permitir ningún pensamiento de ira, molestia o cualquier cosa por el estilo permanezca en la mente es que cualquier pensamiento de ese tipo vitaliza esta materia astral inferior, y por lo tanto se tiende a prolongar la vida estúpida e insensata de esta criatura errante después, que puede actuar como una molestia para otras personas. [18]

De acuerdo con Annie Besant

Dra. Annie Besant explicó que después de la muerte el principio kámico se reorganiza en un "cuerpo de deseo" o Kāmarūpa:

Este cuerpo de deseo sufre un marcado cambio poco después de la muerte. Las diferentes densidades de la materia astral que lo componen se organizan en una serie de conchas o envolturas, estando la más densa en el exterior, cerrando la conciencia lejos de todo contacto y expresión, excepto los muy limitados. La conciencia se vuelve sobre sí misma, si no se la molesta, y se prepara para el siguiente paso, mientras el cuerpo de deseos se desintegra gradualmente, cáscara tras cáscara.
Hasta el punto de este reordenamiento de la materia del cuerpo de deseos, la experiencia post-mortem de todos es prácticamente la misma; es una “semiconsciencia soñadora y pacífica”, como se dijo antes, y ésta, en los casos más felices, pasa sin un despertar vívido a la más profunda “inconsciencia pre-devachánica” que termina con el dichoso despertar en el Devachán, el cielo, para el período de reposo que interviene entre dos encarnaciones.[19]

De acuerdo con ella, "si una persona ha llevado una vida pura y se ha esforzado firmemente por elevarse e identificarse con la parte superior y no con la inferior de su naturaleza", la estancia en Kāmaloka es breve y normalmente inconsciente. Sin embargo:

Un despertar puede ser causado por el dolor apasionado y los deseos de los amigos que quedan en la tierra, y estos elementos kámicos que vibran violentamente en las personas encarnadas pueden provocar vibraciones en el cuerpo de deseos de los desencarnados, y así alcanzar y despertar la Mente inferior. . . . Este despertar suele ir acompañado de un sufrimiento agudo, e incluso si se evita, el proceso natural de liberación de la Tríada se ve gravemente perturbado y la finalización de su libertad se retrasa.[20]

En aquellos que durante la vida han estado apegados a placeres sensuales la consciencia manásica "no puede desenredarse rápidamente de la red que lo teje". Experimentan "un retraso considerable en el mundo de transición, en Kāmaloka, mientras los deseos se desgastan y se desvanecen hasta un punto en el que ya no pueden detener al Alma con sus brazos aferrados".[21] Cuanto más apegada está una persona a la vida física cuanto más fácil sea despertarlo en este plano. En palabras de Besant:

Los seres humanos que han abandonado la tierra y en quienes los elementos kāmicos eran fuertes, pueden muy fácilmente ser atraídos por los elementos kāmicos en los hombres encarnados, y con su ayuda volver a ser conscientes de la presencia de las escenas que habían abandonado; y los seres humanos todavía encarnados pueden establecer métodos de comunicación con los desencarnados y pueden, como se dijo, dejar sus propios cuerpos por un tiempo y volverse conscientes en Kāmaloka mediante el uso de facultades a través de las cuales han acostumbrado su conciencia a actuar.[22]

Si se ofrecen canales de comunicación con el plano físico "el período en Kāmaloka se... alarga, el cuerpo de deseos se alimenta y se mantiene su control sobre el Ego, y así se difiere la libertad del Alma".[23]

Ahora, las personas "que han llevado una vida malvada, que han gratificado y estimulado sus pasiones animales, y han alimentado plenamente el cuerpo de deseos mientras han matado de hambre incluso a la mente inferior" se convierten en Elementarios:

Estos permanecen por mucho tiempo, habitantes de Kāmaloka, y están llenos de anhelos por la vida terrestre que les queda y por las delicias animales que ya no pueden saborear directamente, en ausencia del cuerpo físico. Éstos se reúnen en torno al médium y al sensitivo, esforzándose por utilizarlos para su propia gratificación, y se encuentran entre las fuerzas más peligrosas que tan temerariamente confrontan en su ignorancia los irreflexivos y los curiosos.[24]

Ver también

Recursos en Línea

Articulos

Notas

  1. Helena Petrovna Blavatsky, The Theosophical Glossary (Krotona, CA: Theosophical Publishing House, 1973), 171-172.
  2. Vicente Hao Chin, Jr., Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett en secuencia cronológica No. 104 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 361.
  3. Helena Petrovna Blavatsky, la Clave de la Teosofía (Londres: Theosophical Publishing House, [1987]), 106.
  4. Vicente Hao Chin, Jr., Las Cartas de los Maestros a A.P. Sinnett en secuencia cronológica No. 85B (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 263.
  5. Helena Petrovna Blavatsky, Collected Writings vol. XII (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1980), 708.
  6. Vicente Hao Chin, Jr., Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett en secuencia cronológica No. 85B (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 263.
  7. Helena Petrovna Blavatsky, Collected Writings, vol. XII (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1980), 708.
  8. Vicente Hao Chin, Jr., Las Cartas de los Mahatma a A.P. Sinnett en secuencia cronológica No. 68 (Ciudad Quezón: Theosophical Publishing House, 1993), 200.
  9. Helena Petrovna Blavatsky, El Glosario Teosófico (Krotona, CA: Theosophical Publishing House, 1973), 297.
  10. Helena Petrovna Blavatsky, Escritos completos vol. X (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1988), 260.
  11. Helena Petrovna Blavatsky, Escritos completos vol. VI (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1989), 210.
  12. Vicente Hao Chin, Jr. , Las cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett en secuencia cronológica No. 70-C (Ciudad Quezón: Theosophical Publishing House, 1993), 210.
  13. Vicente Hao Chin, Jr., Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett en secuencia cronológica No. 93b (Ciudad Quezón: Editorial Teosófica, 1993), 330.
  14. Vicente Hao Chin, Jr., Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett en secuencia cronológica No. 93b (Ciudad Quezón: Editorial Teosófica, 1993), 328.
  15. Helena Petrovna Blavatsky, Escritos completos, vol. IX (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1974), 108.
  16. Charles Webster Leadbeater, El Plano Astral, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1987), 67-68.
  17. Charles Webster Leadbeater, El Plno Astral, (Adyar , Madrás: The Theosophical Publishing House, 1987), 69-70.
  18. Annie Besant, Habla con una clase, (Madras, Londres: Theosophical Publishing House, 1921), 175, 176).
  19. Annie Besant, La Muerte--Y Después? (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1977), 33.
  20. Annie Besant, Death--And After ? (Adyar, Madrás: Theosophical Publishing House, 1977), 36.
  21. Annie Besant, ¿Muerte--Y Después? (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1977), 36.
  22. Annie Besant, Muerte... ¿y después? (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1977), 31.
  23. Annie Besant, Muerte--¿Y Después? (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1977), 39.
  24. Annie Besant, Muerte --¿Y después? (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1977), 39.