Maestros de Sabiduría

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Los Maestros de Sabiduría, o simplemente "Los Maestros", son iniciados en ciencia oculta y filosofía esotérica, que toman discípulos o chelas. H. P. Blavatsky, en el glosario de su libro La clave de la teosofía define el concepto teosófico de "Maestro" de la siguiente manera:

Maestro. Traducción del sánscrito “Gurú” (instructor espiritual), y adoptada por los teósofos para designar a los Adeptos, de quienes han recibido sus enseñanzas. [1]

A los Maestros de Sabiduría a veces se los denomina indistintamente "Hermanos", "Adeptos" o "Mahatmas".

Adeptos y Maestros

La palabra "Adepto" fue utilizada por Mme. Blavatsky como un término general para denotar a personas con un diverso grado de conocimiento oculto e iniciación. Este término no implica necesariamente una persona con una alta evolución espiritual, y en ocasiones se usó incluso para denominar a los magos negros. Por lo tanto, hay Adeptos buenos y malos, de orden superior o inferior.

La palabra “Maestro”, sin embargo, parece estar reservada a los adeptos superiores que trabajan conforme al movimiento evolutivo. Esta idea es expresada en cierta medida por Charles Johnston en su entrevista publicada a H. P. Blavatsky:

Luego me contó algo sobre otros Maestros y adeptos que había conocido, ya que hizo una diferencia, como si los adeptos fueran los capitanes del mundo oculto, y los Maestros fueran los generales. Ella había conocido adeptos de muchas razas, del norte y sur de la India, Tíbet, Persia, China, Egipto; de distintas naciones europeas: Grecia, Hungría, Italia, Inglaterra; de ciertas razas de América del Sur, donde dijo que había una Logia de adeptos. [2]

Aunque los Maestros que se conocen por medio de la literatura teosófica usan un cuerpo masculino, hay testimonios de varios chelas sobre que hay adeptas mujeres, incluso del más alto grado.

Según T. Subba Row hay distintos tipos de Adeptos, correspondientes a los Siete Rayos del Logos:

En la jerarquía de adeptos, siempre hay siete clases de adeptos, correspondientes a los siete rayos del Logos. Dos de estas clases de adeptos son tan misteriosas, y sus representantes en la tierra son tan raros, que rara vez se habla de ellos. Quizás uno o dos adeptos de estas dos órdenes misteriosas aparecen cada dos o tres mil años. [3]

Renunciar al Nirvana

Una característica importante de los Maestros de Sabiduría es que, aunque han alcanzado el derecho de entrar en el Nirvana, renuncian a éste para mantenerse en contacto con la humanidad. Este es el mismo concepto de los Bodhisattvas en el budismo Mahayana, que no se conocía muy bien en ese momento en el mundo occidental:

. . . la doctrina hasta ahora muy esotérica de los Nirmanakayas recientemente fue presentada como prueba y explicada en el tratado llamado La voz del silencio. Estos Nirmanakayas son los Bodhisattvas o anteriores Adeptos, quienes, habiendo alcanzado el Nirvana y su liberación del renacimiento, renuncian a éste voluntariamente para permanecer invisibles en medio del mundo y ayudar a la pobre e ignorante Humanidad dentro de los límites permitidos por el Karma. [4]

Evidentemente, esto es un sacrificio de su parte, renunciar a vivir en un estado de felicidad en los planos superiores para trabajar incesantemente en los inferiores. Como el Mahatma K.H. le escribió a A. P. Sinnett:

…estaré de nuevo ocupado día y noche, mañana, mediodía y tarde. A veces siento un pesar pasajero de que los Chohans no desarrollen la feliz idea de otorgarnos también una "concesión suplementaria" en forma de un poco de tiempo disponible. ¡Oh, el Reposo final! Ese Nirvana donde —"se es Uno con la Vida— y sin embargo no se vive". ¡Ay, ay! —habiendo comprobado personalmente que: "... El Alma de las Cosas es dulce, El Corazón del Ser es el Reposo Celestial", uno ansia —¡el REPOSO eterno! [5]

El trabajo de los Maestros

Cuando Charles Johnston le preguntó sobre Su trabajo, ella respondió: "No lo entenderías, a menos que fueras un adepto. Pero mantienen viva la vida espiritual de la humanidad". [6] Luego le preguntó cómo los adeptos guían las almas de los hombres, a lo que H.P. Blavatsky respondió:

En muchos sentidos, pero principalmente enseñando a sus almas directamente, en el mundo espiritual. Pero es difícil que lo entiendas. Sin embargo, esto es bastante evidente. Con cierta regularidad, tratan de darle al mundo en general una comprensión correcta de las cosas espirituales. Uno de ellos viene a enseñar a las masas y se transmite a la tradición como el fundador de una religión. Krishna fue uno de esos Maestros; al igual que Zoroastro; también lo fueron Buda y Shankara Acharya, el gran sabio del sur de la India. También lo fue el Nazareno. Salió en contra del consejo de los demás, para darle a las masas antes de tiempo, conmovido por una gran piedad, y entusiasmo por la humanidad; se le advirtió que el momento era desfavorable, y sin embargo, optó por ir, y fue condenado a muerte por instigación de los sacerdotes . . .
Pero ese no es el único trabajo de los adeptos. Cada un período de tiempo mucho más breve, envían a un mensajero para tratar de enseñarle al mundo. Tal período se produce en el último cuarto de cada siglo, y la Sociedad Teosófica representa Su trabajo para esta época. [6]

Hay algunas referencias a algún tipo de participación de los Maestros en asuntos políticos o sociales. Por ejemplo en Las Cartas de los Mahatmas, el Maestro K.H. le escribió a A. P. Sinnett alrededor de noviembre de 1880:

Tenemos ante nosotros una crisis, en cierto sentido, y hemos de hacerle frente. Podría decirse, dos crisis: una en la Sociedad, la otra en el Tibet. Porque, en confianza, puedo decirle que Rusia está congregando gradualmente sus fuerzas para una futura invasión en ese país, con el pretexto de una guerra con China. Si no tiene éxito, será debido a nosotros; y en esto, por lo menos, habremos merecido su gratitud. Ya ve, pues, que tenemos asuntos más importantes a tratar que las pequeñas sociedades; sin embargo, la S.T. no debe ser descuidada. [7]

Otra referencia del mismo Maestro, escrita alrededor de julio de 1882, dice:

Las operaciones de sus benditos compatriotas en Egipto implican tales consecuencias locales para la organización de ocultistas que todavía permanece allí, y para lo que ellos custodian, que dos de nuestros adeptos ya están allí, habiéndose unido a algunos hermanos drusos, y otros tres están en camino. Se me ofreció el agradable privilegio de ser testigo presencial de la carnicería humana, pero decliné aceptar, dando las gracias. Nuestra fuerza está reservada para grandes emergencias como ésta y —por consiguiente, no nos aventuramos a desperdiciarla en una tamasha elegante. [8]

T. Subba Row describió la función de los Maestros en la naturaleza de la siguiente manera:

La jerarquía de adeptos es tan estrictamente un producto de la naturaleza como lo es un árbol: tiene un propósito y una función definidos e indispensables en el desarrollo de la raza humana: esta función es mantener abierto el sendero ascendente, a través del cual desciende la luz y guía sin la cual nuestra raza requeriría dar cada paso por el método de prueba y error en cada dirección, hasta que el azar mostrara el camino correcto. De hecho, la función de la jerarquía de adeptos es proporcionar instructores religiosos para las masas de la humanidad que tropiezan. [9]

En una de sus cartas a A. P. Sinnett, el Maestro K.H. se refiere a otro aspecto de su trabajo. Menciona el "deber primordial de obtener conocimientos y expandir a través de todos los canales disponibles aquella parte de los mismos que la humanidad en general esté preparada para asimilar." [10]

Según C. W. Leadbeater

El número de adeptos que retienen cuerpos físicos para ayudar a la evolución del mundo es muy pequeño, quizás unos cincuenta o sesenta en total. Pero debe recordarse que la gran mayoría de ellos no aceptan alumnos, ya que están ocupados en otro trabajo. Madame Blavatsky empleó el término adepto sin mucha precisión, ya que a veces se refiere a adeptos que han sido iniciados y a adeptos que no lo han sido. En todos los escritos posteriores, hemos reservado la palabra "iniciado" para aquellos que han pasado al menos la primera de las cuatro grandes etapas en el Sendero de la Santidad, y la palabra “adepto” la hemos restringido a aquellos que han alcanzado el nivel Asekha, y por lo tanto han terminado la evolución requerida de ellos en esta cadena de mundos. La conciencia del Asekha se encuentra normalmente en el plano nirvánico o átmico mientras su cuerpo físico está despierto. Pero de la cantidad que ya ha alcanzado el adeptado, solo la pequeña proporción antes mencionada retiene los cuerpos físicos y permanece en contacto con la Tierra para ayudarla; y fuera de esto, una proporción aún menor está dispuesta, bajo ciertas condiciones, a aceptar a los hombres como alumnos o aprendices; y es solo a estos últimos (el número más pequeño) que les damos el nombre de Maestros. Sin embargo, aunque sean pocos Su trabajo tienen una importancia incalculable, ya que sin Su ayuda sería imposible para el hombre ingresar en los portales de la iniciación. [11]

C.W.Leadbeater explicó el trabajo que realizan los Maestros en los planos internos de la siguiente manera:

Los adeptos se relacionan con el mundo entero por medio de enormes efluvios de energía, con los que influyen en los cuerpos causales de millones de seres o en el plano búdico, y constantemente, aunque de manera apenas perceptible, elevan los cuerpos superiores de la gente a gran escala. Sin embargo, el mismo Maestro que emplea su vida en esta obra, atiende a veces a los pormenores relacionados con un discípulo. [12]

Vea también


Notas

  1. Helena Ptrovna Blavatsky, The Key To Theosophy, Glossary (Pasadena, CA: Theosophical University Press, 1972), 348.
  2. Helena Petrovna Blavatsky, Collected Writings, vol. 8 (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1960), 400.
  3. Tallapragada Subba Row, Esoteric Writings of T. Subba Row (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1980), 106.
  4. Helena Petrovna Blavatsky, Collected Writings, vol. 12 (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1991), 31.
  5. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A. P. Sinnett in chronological sequence No. 68 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 203-204.
  6. Helena Petrovna Blavatsky, Collected Writings, vol. 8 (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1960), 401-402.
  7. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 5 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 15.
  8. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 68 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 203.
  9. Tallapragada Subba Row, Esoteric Writings of T. Subba Row (Adyar, Madras: Theosophical Publishing House, 1980), 113.
  10. Vicente Hao Chin, Jr., The Mahatma Letters to A.P. Sinnett in chronological sequence No. 112 (Quezon City: Theosophical Publishing House, 1993), 382.
  11. Charles Webster Leadbeater, The Inner Life, (Wheaton, IL: The Theosophical Publishing House, 1942), 18-19.
  12. Charles Webster Leadbeater, The Masters and the Path, (Adyar, Madras: The Theosophical Publishing House, 1992), ???.