Diferencia entre revisiones de «Carta de los Mahatmas No. 46»
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Una vez que el último hombre de la séptima ronda haya pasado a un mundo subsiguiente, el precedente con toda su vida mineral, vegetal y animal (excepto el hombre) comienza a morir gradualmente, cuando con la salida del último animálculo se extingue, o según [[HPB|H.P.B.]] — se apaga (pralaya menor o parcial). Cuando el hombre-Espíritu alcanza la última cuenta de la sarta y entra al Nirvana final, este último mundo también desaparece o entra a la subjetividad. Así, existen entre las galaxias estelares nacimientos y muertes de mundos que se suceden entre sí en la procesión ordenada de la Ley natural. Y —como ya se ha dicho— se ensarta la última cuenta en el hilo del "Mahayuga". | |||
Cuando aquella última y fecunda tierra haya completado el último ciclo de gestación del hombre; y la humanidad haya alcanzado en masa la etapa de la budeidad y haya pasado de la existencia objetiva al misterio del [[Nirvana]] — entonces "suena la hora"; lo visible se torna invisible, lo concreto reanuda su estado precíclico de distribución atómica. | |||
Pero los mundos muertos dejados atrás del impulso arrollador no continúan muertos. El movimiento es el orden eterno de | |||
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las cosas y la afinidad o atracción su servidora en todas las obras. El estremecimiento de la vida nuevamente reunirá los átomos, y volverá a cobrar movimiento en el planeta inerte cuando llegue el momento. Aunque todas sus fuerzas hayan permanecido statu quo y ahora estén dormidas, sin embargo, poco a poco —cuando vuelva a sonar la hora— se reagruparán para un nuevo ciclo de la maternidad gestante de hombres, y darán a luz algo aún más elevado en cuanto a tipos morales y físicos que durante el manvantara precedente. Y sus "átomos cósmicos que ya se encuentran en un estado diferenciado" (diferenciándose — en la fuerza que producen, en el sentido mecánico, de los movimientos y efectos) permanecen statu quo al igual que los globos y todo lo demás en el proceso de formación." Tal es la "hipótesis que coincide plenamente con (su) (mi) nota". Ya que, como el desarrollo planetario es tan progresivo como la evolución humana o de la raza, cuando tiene lugar la venida del Pralaya, la serie de mundos se encuentra en etapas sucesivas de evolución; (es decir) cada uno ha alcanzado algunos de los períodos de progreso evolutivo — cada uno se detiene allí, hasta que el impulso exterior del siguiente manvantara lo pone en movimiento desde ese mismo punto — como un reloj parado al que se le vuelve a dar cuerda. Por lo tanto, he hecho uso de la palabra "diferenciado". | |||
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Cuando llegue el Pralaya ninguna entidad humana, animal o incluso vegetal estará viva para verlo, pero estará la tierra o los globos con sus reinos minerales; y todos estos planetas se desintegrarán físicamente en el pralaya, aunque no se destruirán; ya que tienen su lugar en la secuencia de la evolución y sus "privaciones" al salir de nuevo de lo subjetivo, encontrarán el punto exacto desde el cual tienen que avanzar alrededor de la cadena de "formas manifestadas". Esto, como sabemos, se repite indefinidamente a lo largo de la ETERNIDAD. Cada hombre entre nosotros ha realizado esta incesante ronda, y la repetirá por los siglos de los siglos. La desviación del rumbo de cada uno, y su ritmo de progreso de un [[Nirvana]] a otro está gobernado por causas que él mismo crea a partir de las exigencias en las que se encuentra envuelto. | |||
Esta imagen de una eternidad de acción puede asombrar a la mente que se ha acostumbrado | |||
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a esperar una existencia de reposo sin fin. Pero esa noción no está respaldada por las analogías de la naturaleza, ni — aunque se me considere ignorante de la Ciencia Occidental, si me permite — por las enseñanzas de esa Ciencia. Sabemos que los períodos de acción y reposo se suceden en todo en la naturaleza desde el macrocosmos con sus Sistemas Solares hasta el hombre y su madre-tierra, que tiene sus períodos de actividad seguidos por los de sueño; y que en resumen toda la naturaleza, al igual que sus formas de vida engendradas tiene su período de recuperación. Lo mismo ocurre con la individualidad espiritual, la Mónada que da comienzo a su rotación cíclica descendente y ascendente. Los períodos que tienen lugar entre cada gran "ronda" manvantariana son proporcionalmente largos como recompensa por las miles de existencias transcurridas en distintos globos; mientras que el tiempo que se da entre cada "nacimiento de una raza" — o anillos como ustedes los llaman — es lo suficientemente largo para compensar cualquier vida de lucha y miseria durante ese lapso de tiempo transcurrido en bienaventuranza consciente después del renacimiento del Ego. Concebir una eternidad de bienaventuranza o aflicción, y atribuirlo a cualquier acto concebible de mérito o | |||
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demérito de un ser que pueda haber vivido un siglo o incluso un milenio en carne y hueso, sólo puede ser propuesto por alguien que nunca ha captado la tremenda realidad de la palabra Eternidad, ni ha meditado en la ley de la justicia y equilibrio perfectos que impregnan la naturaleza. Quizás usted reciba instrucción adicional, que mostrará con qué exactitud se hace justicia no sólo al hombre sino también a sus subordinados, y arroje algo de luz, espero, sobre la controvertida cuestión del bien y el mal. | |||
Y ahora para coronar este esfuerzo mío (el de escribir) puedo también pagar una antigua deuda, y responder una antigua pregunta suya concerniente a las encarnaciones en la tierra. Koot'humi responde algunas de sus preguntas — al menos comenzó a escribir ayer pero el deber lo llamó— pero de todas formas puedo ayudarlo a él. Confío en que no tendrá mucha dificultad — no tanto como hasta ahora — para descifrar mi carta. Me he convertido en un escritor fácil de entender desde que él me reprochó haberle hecho perder a usted su valioso tiempo con mis garabatos. Su reprimenda hizo mella en mí, y como verá he reparado el daño. | |||
Veamos lo que la ciencia tiene para contarnos sobre la Etnografía y otros asuntos. Las conclusiones más recientes | |||
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Revisión del 10:58 13 abr 2022
Esta es la Carta N.° 46 en Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett, 4.ª edición cronológica (en inglés). Corresponde a la Carta N.° 12 en la numeración de Barker. Ver a continuación contexto y antecedentes.
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Se ha impugnado la cronología de esta carta. Recomendamos que se lea esta carta después de la Carta de los Mahatmas N.° 61. Para obtener más información, consulte Contexto y antecedentes.
Portada
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Página 1 - traducción, imagen y notas
Su hipótesis está mucho más cerca de la verdad que la del Sr. Hume. Deben tenerse en cuenta dos factores: a) un período fijo, y b) un índice fijo de desarrollo muy ajustado a este. Aunque un Mahayug es inconcebiblemente extenso, sigue siendo un período definido, y dentro de este debe lograrse todo el orden de desarrollo, o para expresarlo en fraseología oculta: el descenso del Espíritu a la materia y su retorno al resurgimiento. Una sarta de cuentas, y cada cuenta un mundo — es una ilustración que ya le resulta familiar. Usted ya ha reflexionado sobre el impulso de vida que comienza con cada Manvantara para evolucionar el primero de estos mundos; para perfeccionarlo; para poblarlo sucesivamente con todas las formas aéreas de vida. Y después de completar en este primer mundo siete ciclos — o revoluciones de desarrollo — en cada reino como usted sabe — avanza por el arco descendente — para evolucionar de manera similar el siguiente mundo en la cadena, perfeccionarlo y abandonarlo. Luego a la siguiente y la siguiente y la siguiente — hasta que se completa la séptuple ronda de las evoluciones del mundo a lo largo de la cadena y el Mahayug llega a su fin. Luego nuevamente el caos: el Pralaya. A medida que avanza este impulso de vida (en la séptima y última ronda de un planeta a otro), deja atrás planetas moribundos y — muy pronto — "muertos". |
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Una vez que el último hombre de la séptima ronda haya pasado a un mundo subsiguiente, el precedente con toda su vida mineral, vegetal y animal (excepto el hombre) comienza a morir gradualmente, cuando con la salida del último animálculo se extingue, o según H.P.B. — se apaga (pralaya menor o parcial). Cuando el hombre-Espíritu alcanza la última cuenta de la sarta y entra al Nirvana final, este último mundo también desaparece o entra a la subjetividad. Así, existen entre las galaxias estelares nacimientos y muertes de mundos que se suceden entre sí en la procesión ordenada de la Ley natural. Y —como ya se ha dicho— se ensarta la última cuenta en el hilo del "Mahayuga". Cuando aquella última y fecunda tierra haya completado el último ciclo de gestación del hombre; y la humanidad haya alcanzado en masa la etapa de la budeidad y haya pasado de la existencia objetiva al misterio del Nirvana — entonces "suena la hora"; lo visible se torna invisible, lo concreto reanuda su estado precíclico de distribución atómica. Pero los mundos muertos dejados atrás del impulso arrollador no continúan muertos. El movimiento es el orden eterno de
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las cosas y la afinidad o atracción su servidora en todas las obras. El estremecimiento de la vida nuevamente reunirá los átomos, y volverá a cobrar movimiento en el planeta inerte cuando llegue el momento. Aunque todas sus fuerzas hayan permanecido statu quo y ahora estén dormidas, sin embargo, poco a poco —cuando vuelva a sonar la hora— se reagruparán para un nuevo ciclo de la maternidad gestante de hombres, y darán a luz algo aún más elevado en cuanto a tipos morales y físicos que durante el manvantara precedente. Y sus "átomos cósmicos que ya se encuentran en un estado diferenciado" (diferenciándose — en la fuerza que producen, en el sentido mecánico, de los movimientos y efectos) permanecen statu quo al igual que los globos y todo lo demás en el proceso de formación." Tal es la "hipótesis que coincide plenamente con (su) (mi) nota". Ya que, como el desarrollo planetario es tan progresivo como la evolución humana o de la raza, cuando tiene lugar la venida del Pralaya, la serie de mundos se encuentra en etapas sucesivas de evolución; (es decir) cada uno ha alcanzado algunos de los períodos de progreso evolutivo — cada uno se detiene allí, hasta que el impulso exterior del siguiente manvantara lo pone en movimiento desde ese mismo punto — como un reloj parado al que se le vuelve a dar cuerda. Por lo tanto, he hecho uso de la palabra "diferenciado".
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Cuando llegue el Pralaya ninguna entidad humana, animal o incluso vegetal estará viva para verlo, pero estará la tierra o los globos con sus reinos minerales; y todos estos planetas se desintegrarán físicamente en el pralaya, aunque no se destruirán; ya que tienen su lugar en la secuencia de la evolución y sus "privaciones" al salir de nuevo de lo subjetivo, encontrarán el punto exacto desde el cual tienen que avanzar alrededor de la cadena de "formas manifestadas". Esto, como sabemos, se repite indefinidamente a lo largo de la ETERNIDAD. Cada hombre entre nosotros ha realizado esta incesante ronda, y la repetirá por los siglos de los siglos. La desviación del rumbo de cada uno, y su ritmo de progreso de un Nirvana a otro está gobernado por causas que él mismo crea a partir de las exigencias en las que se encuentra envuelto. Esta imagen de una eternidad de acción puede asombrar a la mente que se ha acostumbrado
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a esperar una existencia de reposo sin fin. Pero esa noción no está respaldada por las analogías de la naturaleza, ni — aunque se me considere ignorante de la Ciencia Occidental, si me permite — por las enseñanzas de esa Ciencia. Sabemos que los períodos de acción y reposo se suceden en todo en la naturaleza desde el macrocosmos con sus Sistemas Solares hasta el hombre y su madre-tierra, que tiene sus períodos de actividad seguidos por los de sueño; y que en resumen toda la naturaleza, al igual que sus formas de vida engendradas tiene su período de recuperación. Lo mismo ocurre con la individualidad espiritual, la Mónada que da comienzo a su rotación cíclica descendente y ascendente. Los períodos que tienen lugar entre cada gran "ronda" manvantariana son proporcionalmente largos como recompensa por las miles de existencias transcurridas en distintos globos; mientras que el tiempo que se da entre cada "nacimiento de una raza" — o anillos como ustedes los llaman — es lo suficientemente largo para compensar cualquier vida de lucha y miseria durante ese lapso de tiempo transcurrido en bienaventuranza consciente después del renacimiento del Ego. Concebir una eternidad de bienaventuranza o aflicción, y atribuirlo a cualquier acto concebible de mérito o
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demérito de un ser que pueda haber vivido un siglo o incluso un milenio en carne y hueso, sólo puede ser propuesto por alguien que nunca ha captado la tremenda realidad de la palabra Eternidad, ni ha meditado en la ley de la justicia y equilibrio perfectos que impregnan la naturaleza. Quizás usted reciba instrucción adicional, que mostrará con qué exactitud se hace justicia no sólo al hombre sino también a sus subordinados, y arroje algo de luz, espero, sobre la controvertida cuestión del bien y el mal. Y ahora para coronar este esfuerzo mío (el de escribir) puedo también pagar una antigua deuda, y responder una antigua pregunta suya concerniente a las encarnaciones en la tierra. Koot'humi responde algunas de sus preguntas — al menos comenzó a escribir ayer pero el deber lo llamó— pero de todas formas puedo ayudarlo a él. Confío en que no tendrá mucha dificultad — no tanto como hasta ahora — para descifrar mi carta. Me he convertido en un escritor fácil de entender desde que él me reprochó haberle hecho perder a usted su valioso tiempo con mis garabatos. Su reprimenda hizo mella en mí, y como verá he reparado el daño. Veamos lo que la ciencia tiene para contarnos sobre la Etnografía y otros asuntos. Las conclusiones más recientes
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