Carta de los Mahatmas No. 85B
Esta es la Carta N.° 85B en Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett, 4.ª edición cronológica (en inglés). Corresponde a la Carta N.° 24B en la numeración de Barker. Ver a continuación contexto y antecedentes
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Página 1 - traducción, imagen y notas
En esta etapa de nuestra correspondencia, incomprendidos como generalmente parecemos serlo, incluso por usted mismo, mi fiel amigo, quizá valga la pena y sea útil para ambos, que se lo mantenga al tanto sobre ciertos hechos, y muy importantes, con relación al adeptado. Tenga en cuenta, entonces, los siguientes puntos. [1] Un adepto, el más alto como el más bajo, lo es solo durante el ejercicio de sus poderes ocultos. [2] Cada vez que se necesitan estos poderes, la voluntad soberana abre la puerta al hombre interior [el adepto] quien puede emerger y actuar libremente pero con la condición de que su carcelero —el hombre exterior quede total o parcialmente paralizado— según sea el caso; viz: ya sea (a) mental y físicamente; (b) mentalmente, pero no físicamente; (c) físicamente pero no del todo mentalmente; (d) ninguno de los dos, pero con
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una película acásica interpuesta entre el hombre exterior y el interior. [3] El mínimo ejercicio de poderes ocultos entonces, como ahora verá, requiere un esfuerzo. Podemos compararlo con el esfuerzo muscular interno de un atleta que se prepara para usar su fuerza física. Así como es probable que ningún atleta se entretenga todo el tiempo hinchando sus venas previo a levantar una pesa, de igual manera se supone que ningún adepto mantiene su voluntad en constante tensión y al hombre interior en plena función, cuando no hay una necesidad inmediata de ello. Cuando el hombre interior descansa el adepto se convierte en un hombre común, limitado a sus sentidos físicos y las funciones de su cerebro físico. El hábito agudiza las intuiciones de esta última, pero es incapaz de hacerlas suprasensibles. El adepto interior está siempre listo, siempre alerta, y eso es suficiente para nuestros propósitos. En los momentos
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de reposo entonces, las facultades de este también están en reposo. Cuando me siento a comer, o cuando me visto, leo o estoy ocupado en otra cosa, no pienso ni siquiera en los que están cerca de mí; y, Djual Khool puede romperse fácilmente la nariz y hacer que sangre, al chocarse en la oscuridad contra una viga, como lo hizo la otra noche —(solo porque en lugar de colocar una "película" había paralizado tontamente todos sus sentidos externos mientras hablaba con un amigo lejano)— y permanecí plácidamente sin enterarme del hecho. No estaba pensando en él, de ahí mi desconocimiento. De lo anterior, bien puede inferir, que un adepto es un mortal común, en cada momento de su vida diaria, excepto en los que actúa el hombre interior. Combine esto con el hecho desagradable de que tenemos prohibido usar ni una pizca de nuestros poderes en relación con los Eclécticos [por lo cual debe agradecerle a su Presidente y solo a él] y que lo poco
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que se hace, es, por así decirlo, de contrabando, y luego silogice de esta manera: K.H. cuando nos escribe no es un adepto. Un no adepto, es falible. Por lo tanto, K.H. puede cometer errores muy fácilmente; — Errores de puntuación, que a menudo cambian por completo el sentido de una oración; errores de expresiones idiomáticas, que tienden a ocurrir especialmente cuando se escribe tan apresuradamente como yo lo hago; errores que surgen de la confusión ocasional de términos que tuve que aprender de usted, ya que es usted el autor de "rondas", "anillos", "anillos terrenales", etc. Ahora bien, con todo esto, permítanme decir, que después de haber leído cuidadosamente una y otra vez nuestras "Famosas Contradicciones"; después de dárselas a M. para que las lea; y luego a un alto adepto cuyos poderes no están bajo la jurisdicción del Chohan retenidos por Él para evitar que los malgaste
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con los objetos indignos de sus predilecciones personales; después de hacer todo esto, este último me dijo lo siguiente: "Todo está perfectamente correcto. Sabiendo lo que quiere decir, no más que cualquier otra persona familiarizada con la doctrina, no encuentro en estos fragmentos aislados algo que realmente entre en conflicto con el resto. Pero, dado que muchas oraciones están incompletas y los temas están dispersos sin ningún orden, no me sorprende que sus "chelas laicos" descubran errores en estos. Sí; requieren una exposición más clara y explícita". Tal es el decreto de un adepto, y lo acato; trataré de completar la información por el bien de usted. En un solo caso: marcado en sus páginas y en mis respuestas
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[12A], y [12B] la última, tiene el "demandante" derecho a una audiencia, pero ni siquiera a un centavo, por daños y perjuicios; ya que, así como en la ley, nadie, ni demandante ni demandado, tienen derecho a alegar ignorancia de esa ley, de igual manera en las Ciencias Ocultas, los chelas laicos deberían verse obligados a dar el beneficio de la duda a sus gurús en casos en los que, debido a su gran desconocimiento de esa ciencia es probable que malinterpreten el significado ¡en lugar de acusarlos de lleno de contradecirse! Ahora me permito decir, que, con respecto a las dos oraciones —marcadas respectivamente 12A y 12b— hay una clara contradicción excepto para quienes no están familiarizados con ese principio; usted no lo estaba, y por lo tanto me declaro "culpable" de una omisión, pero "no culpable" de una contradicción. E incluso en lo que respecta a la primera, esa omisión es tan pequeña que, al igual que la niña acusada de infanticidio, que al ser llevada ante
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el Juez dio como excusa que el bebé era tan tan pequeñito que no valía la pena llamarlo "bebé" en absoluto; yo podría alegar lo mismo por mi omisión, si no tuviera ante mis ojos la terrible definición de usted sobre mi "ejercicio del ingenio". Bueno, lea la explicación dada en mis "Notas y respuestas" y juzgue. Por cierto, mi buen Hermano, hasta ahora no he sospechado en usted tal capacidad para defender y excusar lo inexcusable como lo exhibió en mi defensa, del ahora famoso "ejercicio del ingenio". Si el artículo [respuesta a C. C. Massey] ha sido escrito con el espíritu que usted me atribuye en su carta; y si yo, o cualquiera de nosotros, es "proclive a tolerar formas más sutiles y engañosas de perseguir un
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fin" que las que generalmente admite como honorables el europeo franco y amante de la verdad (¿está el Sr. Hume incluido en esta categoría?); de hecho usted no tiene derecho a excusar tal modo de intentarlo, ni siquiera en mí; ni a considerarlo "apenas de la misma naturaleza que las manchas del sol", ya que una mancha es una mancha ya sea que se encuentre en la luminaria brillante o en un candelabro de bronce. Pero se equivoca, mi querido amigo. No había un modo sutil, ni complicado de tratar con eso, para sacarla a ella de la dificultad creada por su estilo ambiguo y su desconocimiento del inglés, no su desconocimiento del tema, que no es lo mismo y altera por completo la pregunta. Tampoco ignoraba yo el hecho de que M. le había escrito a usted previamente sobre el tema ya que estaba en una de sus cartas [la anteúltima antes de que yo le quitara el asunto de las manos] en la que
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tocó el tema de las "razas" por primera vez y habló de las reencarnaciones. Si M. le dijo a usted que tuviera cuidado de confiar en Isis de manera muy implícita, era porque le estaba enseñando la verdad y los hechos, y que en el momento en que se escribió el pasaje aún no habíamos decidido enseñar al público de manera indiscriminada. Le dio varios ejemplos de este tipo, si desea releer su carta, y agregó que si tales y tales oraciones se escribieran de tal manera explicarían los hechos que ahora simplemente se insinúan, mucho mejor. Por supuesto, para "C.C.M." el pasaje debe parecer incorrecto y contradictorio porque es "engañoso" como dijo M. Muchos son los temas tratados en Isis que ni siquiera a H.P.B. se le permitió conocer a fondo; sin embargo, no son contradictorios aunque sí "confusos". Para hacerla decir, como yo le hice decir, que el pasaje criticado era "incompleto, caótico, vago ... burdo como muchos pasajes más en esa obra"
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fue una admisión lo suficientemente "franca" como para satisfacer al crítico más necio. Admitir "que el pasaje estaba equivocado", por otro lado, habría equivalido a una inútil falsedad, ya que sostengo que no es incorrecto; ya que si oculta toda la verdad, no la distorsiona en los fragmentos de esa verdad como se da en Isis. El punto en la crítica quejumbrosa de C.C.M. no era que no se hubiera dado toda la verdad, sino que la verdad y los hechos de 1877 se representaron como errores y se contradijeron en 1882 y fue ese punto —perjudicial para toda la Sociedad, sus chelas "laicos" e internos, y para nuestra doctrina— que tenía que mostrarse bajo sus verdaderos colores; a saber, el de toda una idea errónea debido a que la doctrina "septenaria" aún no se había divulgado al mundo en el momento en que se escribió Isis. Y así se mostró. Lamento que no considere la respuesta de ella
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escrita bajo mi inspiración directa "muy satisfactoria", ya que solo me demuestra que hasta este momento usted aún no ha captado plenamente la diferencia entre el sexto y el séptimo y el quinto, o las "Mónadas=Egos" inmortales y astrales o personales. La sospecha se ve corroborada por lo que H-X dice en su crítica a mi explicación al final de su "carta" en el número de septiembre; la carta de usted ante mí completa la evidencia al respecto. Sin duda el "verdadero Ego es inherente a los principios superiores que se reencarnan" periódicamente cada mil, dos mil, tres mil años o más. Pero el Ego inmortal la "Mónada Individual", no es la mónada personal que es el 5°; y el pasaje en Isis no le respondió a los reencarnacionistas orientales —que sostienen en esa misma Isis, si usted la hubiese leído por completo— que la individualidad o el "Ego" inmortal tiene que
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reaparecer en cada ciclo, sino a los occidentales especialmente los reencarnacionistas franceses, que enseñan que es la mónada personal o astral, el "moi fluidique", el manas, o la mente intelectual, el quinto principio en resumen, el que se reencarna cada vez. Por lo tanto, si lee una vez más el pasaje que C.C.M. cita de Isis y lo compara con la "Crítica del Camino Perfecto", tal vez descubrirá que H.P.B. y yo teníamos toda la razón al sostener que en el pasaje anterior solo se hacía referencia a la "mónada astral". Y, hay un "shock mucho más insatisfactorio" en mi mente, al descubrir que usted se niega a reconocer en la mónada astral al Ego personal —mientras que todos nosotros lo llamamos indudablemente por ese nombre, y lo hemos llamado así durante milenios— de lo que podría haber en la suya ¡al encontrarse con esa mónada con su nombre correcto en el Fragmento sobre la Muerte de E. Levi! La "mónada astral" es el "Ego
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